Su aspecto es exquisito en términos de fotografía y diseño. Hay potencial para una franquicia. Esperemos que cuando se haga, todo el mundo reconozca que la primera fue la más floja.
Un enfrentamiento en la isla del Ártico que carece de lógica y presenta un desbordante drama, convirtiéndose en una experiencia incómoda para el público.
Esto se siente como una competición para determinar la peor escena, el personaje más insípido, el momento más bochornoso y una trama increíblemente deficiente.
Una mirada nostálgica a la época en que los dibujos animados estaban enfocados principalmente en los niños. Es una película divertida, aunque un tanto predecible, diseñada para entretener a los más pequeños.
El director Chris Weitz y el guionista Eric Eason han tallado una pequeña joya en la que la humanidad es contemplada con compasión, no con condescendencia.