Sin ser excepcional y sin lograr dar en la diana en todo momento, se sirve de la esencia clásica de los cartoons, permitiendo que cualquier situación cómica se desarrolle en pantalla. Y en más de una ocasión, efectivamente logra provocar una risa sincera y desinhibida.
El resultado es de una mediocridad tanto cómica como creativa que llevan a preguntarnos si el sistema de “hagamos algo con esto ya mismo” y rejuntar lo ya probado no está haciendo agua definitivamente.
El diseño de imagen es muy bello y conquista al espectador, incluso si en ocasiones la historia parece entrar en honduras un poco forzadas o giros dramáticos innecesarios.
En ocasiones, el esplendor visual salva la película y retrasa el aburrimiento. Sin embargo, se nota cierta corrección política, la falta de duración adecuada de las secuencias y algunos aspectos de diseño que resultan poco elaborados.
Lo que realmente destaca es el dramático conflicto entre las dos posturas éticas sobre ser un superhéroe. Además, las interacciones entre Evans y Downey Jr. son notables; ambos son excelentes actores que, en medio de toda la espectacularidad, logran ofrecer algo más que solo peleas.
Favreau toma todo y hace algo insólito para hoy: construye un sólido y conmovedor film de aventuras, la historia original del niño criado por animales, sin las urgencias bochincheras de las actuales películas de acción.
Con su notable habilidad para capturar lo bello y lo emotivo, transformando lo cotidiano en algo extraordinario y minimizando el uso de efectos especiales, realizó un documental para IMAX que, en cierto modo, amplía la sección "biológica" de la película "El árbol de la vida."
Si bien es un film "para inspirar", logra crear personajes encantadores a los que deseamos seguir todo el tiempo, más allá del peso didáctico que, a veces, lastra toda la construcción de este cuento de hadas bastante interesante.
La mayor hazaña del film es que, con dos o tres personajes en escena, no aburre nunca y, con referencias al cuento de hadas, nos obliga a cuestionar a sus criaturas.
Por supuesto, es una de esas fantasías que pueden ser vistas con niños, pero también, como toda película inteligente, se puede disfrutar plenamente sin necesidad de cumplir cierta edad.
Una respuesta sobresaliente de China ante el blockbuster estadounidense. Sin duda, es mucho más exagerado, vibrante y monumental en el sentido más hiperbólico que se pueda imaginar.
Jared Leto es el peor Guasón de la historia, un manojo de gestos con pelo verde. Un film hecho por un comité contradictorio, que transforma lo que debió ser una cabalgata infernal en una vuelta de calesita.
El secreto de esta película de Ridley Scott radica en que no se siente como una típica obra suya. El verdadero genio detrás de esta clásica maravilla es, en realidad, Drew Goddard. Definitivamente, es una de las películas más destacadas del año.
Aquí hay síntesis y plano justo: cine puro. Casi no hay diálogos, lo que muestra el deseo de entretener y divertir al espectador con una generosidad notable.
Ni tanto ni tan poco. Parece que la atención se centra más en evocar la memoria emotiva del espectador que en establecer una verdadera tensión emocional. Aun así, el espectáculo satisface a los fans y logra convencer a los recién llegados.