Las buenas películas son aquellas cuyos errores se disuelven gracias a sus virtudes: 'Maléfica' es una buena película. La emoción que genera, especialmente en el primer tercio del film, es una proeza. Anímese.
Como todo experimento, gran parte de su encanto reside en lo inacabado, en lo provisorio. Y respecto de otros films “provisorios” del propio Godard, es menor: un juego que, alternativamente, requiere mucho y muy poco de su espectador.
La cuestión no es qué se narra sino cómo, y Saldanha y su equipo han decidido redoblar la apuesta humorística e inventar todo lo posible en el campo de lo visual. Uno de los grandes triunfos de la película consiste en la inventiva.
Una perfecta respuesta de China al blockbuster estadounidense. Claro que mucho más exacerbado, colorido y gigantesco en el sentido más hiperbólico que se pueda concebir.
Lo interesante del arte de Sanders consiste en que, si bien no desdeña los momentos de acción, mantiene a los personajes en equilibrio, los hace complejos y no necesariamente arquetípicos, capaces de cambiar y no rígidas herramientas del guión.
Esta nueva entrega de la saga de superhéroes de Marvel ofrece interés. En primer lugar, presenta personajes que capturan la atención y generan deseo de seguir sus historias. En segundo lugar, incluye secuencias de acción que son visualmente impresionantes.
El problema es que esos grandes momentos, ese gran film que pudo haber sido, navega a la deriva en el mar de la indecisión, del cine ordenado por inversores. Captura la imaginación solo espasmódicamente.
No es tan buena como la primera, básicamente porque hemos visto ya la mayoría de los chistes. Pero tiene dos grandes comediantes: los señores Azaria y Harris, quienes le aportan ritmo a la película.
Un director, con gran pasión, explora un universo que resulta muy querido para aquellos espectadores que aún no lo conocen. Es una excelente película que atraerá a todo tipo de público.
No todo funciona de modo perfecto; el espectáculo, en ocasiones, intenta imponerse, y algunas de esas secuencias físicas resultan redundantes. Sin embargo, hay virtudes.
Esta combinación de cuento infantil, repleta de estereotipos y con lo más cuestionable de Disney en acción real, presenta una grave falta de ligereza, incluso en sus intentos de ser humorísticos.
La simpatía del personaje, indisoluble a su dibujo, alcanza para que se trate de un entretenimiento cabal, que no apela solo a lo conocido sino que trata de establecer su propio rumbo. Para gritarle “olé”, con ganas.
Es uno de los mejores relatos existenciales que el cine ha ofrecido, retratando la historia de un individuo que descubre su lugar en el mundo y de otro que habita en una ilusión. Su intensidad se mantiene intacta.
Toda la historia se vuelve accesoria al conflicto y poco a poco, más allá de ciertas secuencias por cierto espectaculares, disuelve la humanidad e incluso la ambigüedad de los protagonistas.
El thriller periodístico cumple su función. Sin embargo, tener un tema respetable no garantiza que una película sea considerada "buena" en términos estéticos, aunque sí pueda serlo desde una perspectiva moral.
Es válido expresar nuestras opiniones, pero a un documental que no es militante se le exige imparcialidad. 'Allen Vs. Farrow' encarna el extremo de la corrección política.