Ni tanto ni tan poco. Parece que la atención se centra más en evocar la memoria emotiva del espectador que en establecer una verdadera tensión emocional. Aun así, el espectáculo satisface a los fans y logra convencer a los recién llegados.
El film se convierte en una obra personal e íntima, expresando la perspectiva de un adulto sobre la importancia de no dejar atrás los juegos de la infancia. Esta idea no solo da sentido a la película, sino que también define este género: el de los cowboys de lo imposible.
Lo que importa es que estamos dentro de la acción y somos parte de la puesta en escena; nuestras emociones físicas aportan emoción a la pantalla. Es como un parque temático concentrado en imágenes.
El diseño es impresionante, fusionando un realismo notable en las escenas de la Tierra con un toque absurdo y una textura que recuerda a juguetes para los aliens. Además, la narrativa es muy concisa.
Tiene una mitología algo compleja, pero lo que realmente capta mi atención es su estilo gráfico: personajes que evocan la delicadeza del estilo Disney, combinados con momentos de violencia cruda, dibujados con intensidad. Esta obra rinde homenaje al estilo del creador Akira Toriyama, lo cual es un logro significativo.
Una de las mejores creaciones animadas de las últimas décadas, gracias a su fusión del cartoon clásico con una notable intención de desafiar los lugares comunes.
El tema de la infancia como un lugar peligroso se diluye un poco debido a la ambición presente en la historia. No obstante, es una película que se atreve a asumir riesgos, lo cual es inusual en el ámbito del gran espectáculo.
El humor predominante se hace presente en cada una de las secuencias, incluso en los momentos de dolor y tragedia. Sin embargo, no se trata de un humor irónico, sino de uno que surge de la distancia y de la ternura, de observar a esos personajes, incluyendo a los villanos, con un profundo respeto humano.
Cada plano está lleno de detalles que queremos seguir observando, mientras la historia nos lleva a otro tipo de juego, más consciente y más noble al mismo tiempo. De esas películas de las que no se espera nada, pero entregan absolutamente todo.
Sutilmente, el film aborda un tema fascinante: la verdadera lucha entre el bien y el mal ocurre dentro de las personas. Es un enfoque notable para una película de superhéroes.
Las buenas películas son aquellas cuyos errores se disuelven gracias a sus virtudes: 'Maléfica' es una buena película. La emoción que genera, especialmente en el primer tercio del film, es una proeza. Anímese.
Como todo experimento, gran parte de su encanto reside en lo inacabado, en lo provisorio. Y respecto de otros films “provisorios” del propio Godard, es menor: un juego que, alternativamente, requiere mucho y muy poco de su espectador.
La cuestión no es qué se narra sino cómo, y Saldanha y su equipo han decidido redoblar la apuesta humorística e inventar todo lo posible en el campo de lo visual. Uno de los grandes triunfos de la película consiste en la inventiva.
Una perfecta respuesta de China al blockbuster estadounidense. Claro que mucho más exacerbado, colorido y gigantesco en el sentido más hiperbólico que se pueda concebir.
Abrams demuestra una notable seguridad en el manejo del aparato cinematográfico. Es un film orientado a un público joven, en la medida de su épica alegre. Al mismo tiempo, es un film dirigido a un público adulto, ya que captura la complejidad de sus personajes.
Lo interesante del arte de Sanders consiste en que, si bien no desdeña los momentos de acción, mantiene a los personajes en equilibrio, los hace complejos y no necesariamente arquetípicos, capaces de cambiar y no rígidas herramientas del guión.
Lo técnico es irreprochable y el diseño, en muchos casos, resulta de un enorme atractivo. Ahora bien: el gran problema del film es que en gran parte es una serie de gags que no se relacionan entre sí.