Los momentos más sinceros de 'Été 85' ocurren cuando Ozon deja de lado la tragedia y captura en un tono nostálgico la felicidad de un amor gay juvenil.
La película se mantiene alejada de los tópicos de moda, para explorar un asunto familiar, íntimo, quizá autobiográfico con honestidad, un buen sentido elíptico y una efectiva sencillez formal.
El guion de los Dardenne resulta bastante superficial, casi esquemático. Además, el personaje principal carece de profundidad y no logra desarrollar una dimensión más rica.
Es un tema que Ken Loach podría haber filmado en su sueño con su habitual rigor y sentido de la urgencia, pero Gavron está muy lejos de esa maestría. Hay que decir a su favor que tiene frescura y sinceridad en su retrato de la solidaridad.
Kechiche parece un erotómano sexista, y su cámara erotiza únicamente a las mujeres. A pesar de contar con algunas imágenes estimulantes, 'Mektoub, My Love: Intermezzo' se torna tan tediosa como pasar tres horas en una disco abarrotada.
La premisa central se basa en un cliché de incomunicación y los actores no logran hacerla más atractiva. La película, además, no es útil ni para apreciar el paisaje, ya que las vistas de los paisajes noruegos resultan menos cautivadoras que el Nevado de Toluca.
'American Honey' transita por caminos previamente explorados por cineastas como Larry Clark y Gus Van Sant. La película da la impresión de no haber pasado por un exhaustivo proceso de edición, presentándose casi como un primer esbozo de todo el material grabado.
La japonesa Naomi Kawase profundiza en sus ambiciones cósmicas. Los personajes carecen de originalidad y los conceptos filosóficos que expresan parecen sacados de una galleta de la fortuna, lo que resulta en una contradicción cultural.
Los peligros de abordar el tren y los abusos de las autoridades en México, junto con la amenaza de los grupos delincuentes, son temas que 'La jaula de oro' aborda con honestidad. La película evita caer en concesiones melodramáticas y presenta un trabajo formal muy eficiente.
Es la historia más sencilla que ha narrado el cineasta hasta ahora. Afortunadamente, Eimbcke ha dejado atrás el manierismo que se percibía en su anterior obra, 'Lake Tahoe'.
Es mérito de Larraín darle a todo un sentido, ya que aborda un nuevo orden familiar rodeado de diversos números musicales que el cineasta captura con destreza.
A pesar de algunos momentos líricos logrados, se percibe cierta impericia narrativa en Sissako, quien no ha logrado fusionar sus diversas anécdotas en un único y poderoso discurso.
Amor, humor, melancolía, buenos sentimientos, crítica política y música se combinan en un único producto que dura 81 minutos. ¿Qué más se puede desear? Sin duda, merecería la Palma de Oro.
Demasiado oscura para los actuales estándares complacientes de Hollywood. Esta película impacta y perturba. Y eso, en general, no es del agrado de los grandes públicos.