Es una película sorprendentemente empoderadora. Es un alivio no ver representaciones de abusos sexuales, a pesar de la posibilidad de que ocurran. Además, es original la ausencia de un interés romántico en la trama.
Hay instantes en los que se corre el riesgo de que parezca un gran comercial de cámaras GoPro, sin embargo, como espectáculo visual es, sin duda, impresionante.
Unas estupendas interpretaciones y el toque ligero del director hacen de ella una historia dulce y muy accesible sobre la discapacidad y la salida del armario.
Quienes logren desprenderse de la desesperación y apreciar esta obra como un ejercicio de retórica persuasiva, se verán maravillados por su profundo alcance intelectual.
Este documental de rock destaca por su marcada nostalgia y sigue el estilo de Scorsese al presentar relatos conmovedores a través de entrevistas con personalidades influyentes.
Huber narra la historia de la discográfica de manera respetuosa y profunda. Aborda todos los aspectos de un documental musical con una claridad de tono excepcional.
Es directa y poderosa, a veces un poco excesiva, pero ejecutada con energía y audacia. Friedkin logra una conexión íntima en los interrogatorios, mientras que Lacy y Sutherland brindan actuaciones ricas en matices.
La directora y su coguionista, junto con un elenco excepcional, capturan de manera destacada los modales y costumbres de estos arquetipos, logrando que la historia siempre se sienta fresca y vibrante.
El guion presenta elementos poco profundos y un enfoque inquietante hacia la violencia de género. Sin embargo, es importante destacar que el vestuario, el diseño de los espacios y la estética de la dirección son excepcionales.
Una obra introspectiva y auténtica que aborda un tema significativo. Aunque es una de las películas más directas del director, tal vez no sea la más cautivadora.