En la última mitad de la película, se presentan giros argumentales que sorprenden como bombas de relojería, lo que ayuda a compensar una parte de una historia que, en general, se siente estancada.
Su realización es un poco pasada de moda, especialmente su pomposa banda sonora, pero cuenta una historia fascinante y captura hábilmente un tiempo y lugar específicos en la historia de la medicina.
Larraín finaliza su trilogía de manera contundente. La tensión se mantiene constante, incluso para quienes ya conocen la historia, y se enriquece con el humor negro característico de sus obras anteriores.
La película combina eficazmente el realismo del docudrama con un humor irónico y agudo, de manera parecida a 'La muerte del señor Lazarescu' del rumano Cristi Puiu y a otras producciones locales. Sin embargo, también presenta una dimensión más íntima.
Un excelente thriller que presenta una sorprendente dosis de maldad y algunos giros ingeniosos que podrían sorprender incluso a los más conocedores del género.
Tran intercala hábilmente las escenas de lucha, filmadas con fluidez y de manera efectiva por los actores principales, con diálogos banales y charlas masculinas.
El guión redactado por el exagente de la DEA Don Ferrarone presenta una calidad aceptable, sin embargo, las actuaciones poco claras y la deficiente calidad de sonido dificultan la comprensión de los diálogos. Además, un montaje descuidado perjudica el desarrollo de la historia.
Rebosa inquietud y se te queda en la cabeza, sin embargo, intenta abarcar más de lo que realmente puede, lo que resulta en una narrativa que se vuelve indigesta.
Magníficas interpretaciones y perspicacia. Un ejemplo perfecto de cómo una historia se vuelve paradójicamente más universal al abordar personas y lugares específicos.
Un guion agudo, una dirección sólida y un reparto capaz le da a esta historia de clásica pareja desparejada un giro de ciencia-ficción satisfactorio y divertido.
Esta obra, visualmente espléndida, es lo suficientemente impresionante como para albergar la esperanza de que Netflix no renuncie por completo a los dibujos animados.
Es una extravagante fusión de elementos, combinando el clásico del cine mudo 'Metropolis', la danza de antaño y el vibrante espectáculo de 'Lazy Town'. A pesar de su rareza, logra mantener al espectador interesado y resulta, en general, muy entretenida.