Un trabajo mal construido que da la impresión de querer gustar a su público a través de momentos cargados de mensajes positivos y de otros vergonzosamente anacrónicos que no logran conectar bien entre sí.
En la cúspide de los escándalos de corrupción que incluyen la crisis bancaria mundial, esta versión de 'Tinker, Tailor' captura la oleada más actual de desilusión y ansiedad. El reparto es uno de los puntos más fuertes de la película.
En la última mitad de la película, se presentan giros argumentales que sorprenden como bombas de relojería, lo que ayuda a compensar una parte de una historia que, en general, se siente estancada.
Su realización es un poco pasada de moda, especialmente su pomposa banda sonora, pero cuenta una historia fascinante y captura hábilmente un tiempo y lugar específicos en la historia de la medicina.
Larraín finaliza su trilogía de manera contundente. La tensión se mantiene constante, incluso para quienes ya conocen la historia, y se enriquece con el humor negro característico de sus obras anteriores.
La película combina eficazmente el realismo del docudrama con un humor irónico y agudo, de manera parecida a 'La muerte del señor Lazarescu' del rumano Cristi Puiu y a otras producciones locales. Sin embargo, también presenta una dimensión más íntima.
Un excelente thriller que presenta una sorprendente dosis de maldad y algunos giros ingeniosos que podrían sorprender incluso a los más conocedores del género.
Tran intercala hábilmente las escenas de lucha, filmadas con fluidez y de manera efectiva por los actores principales, con diálogos banales y charlas masculinas.