Sólo cabe oponerle un reparo: la bondad excesiva que emana de todos los inmigrantes que aparecen en ella. En cualquier caso, la sinceridad es aportada por una excepcional pareja de intérpretes.
La película se queda en los recitales de dos grandes solistas, Robert Downey Jr. (literalmente soberbio y en las antípodas de Sherlock Holmes) y Jamie Foxx, faltos de un director que sepa mover la batuta (la cámara).
Brinda un sarcástico retrato de los lóbregos tiempos del franquismo. Aparte de la impecable ambientación, sobresale el reparto encabezado por el argentino Guillermo Francella.
Filmada como un documental de estética expresionista, esta película constituye todo un regalo visual y una espléndida recreación de sentimientos ajenos al tiempo.
[Von Trotta] sabe mantener un exquisito equilibrio. Filma una crónica solvente y, en tiempos proclives a la demagogia, aporta una mirada nada desdeñable sobre el poder, el ultranacionalismo y las falsas apariencias.
Oldman brilla con su interpretación, acompañado de las sobresalientes actuaciones de Colin Firth y John Hurt. Alfredson demuestra ser un destacado adaptador de las obras de John Le Carré.
Creíble recreación del frente bélico, sigue una trama criminal de doble sentido y con giros inquietantes, aunque el ambiente gélido también se apodere de los intérpretes.
Plano y contraplano sumergen al espectador en un contexto histórico y emocional de altísimo nivel, aunque conozcamos el desenlace de antemano. En suma, una película memorable.
Una película que utiliza como envoltura los recursos de la gran novela negra norteamericana clásica. Una áspera y demoledora inmersión en los laberintos del alma humana.
Película con ciertos altibajos narrativos y un exceso de violencia. Paul Giamatti logra intensificar el lado oscuro de la inquietante figura de Juan sin Tierra.
Redford muestra que hay otro cine americano al margen del escapismo y la falta de ambición. Su película no cruza nuevas fronteras estilísticas, pero tampoco se limita a ser minuciosa e impecable. Es una obra maestra en estos tiempos de ética dudosa.
Lo mejor de la película es su tono de thriller político. Carece de las tentaciones típicas de las historias de espías, de la demagogia y de los falsos intentos historicistas, así como de las acrobacias del cine de acción convencional.