El film de Loza sugiere e invita a la interpretación, lo que se convierte en una característica distintiva de su estilo cinematográfico. La obra también incorpora momentos de epifanía que resultan intrigantes.
Aunque no faltan vicisitudes y su estilo en más de una ocasión puede incluso calificarse de “clipero”, hay mayor coherencia en el debut de la directora kosovar Luàna Bajrami.
No resulta arriesgado afirmar que 'El irlandés' es la mejor película de Martin Scorsese en casi 30 años. (...) que se conecta de manera directa con lo más identitario de su obra a la vez que la enriquece y la amplía de modos insospechados.
Con un film hecho de infinitos detalles, la directora de "Wendy y Lucy" consigue un relato que trasciende su anécdota. Tanto que desnuda las reglas básicas del capitalismo y habla del desencanto del sueño americano.
[Frears] hace de cartero y desliza un mensaje de corrección política, haciéndole ver a los británicos de hoy que la más recalcitrante de sus reinas era capaz de tener un amigo musulmán, aunque la película (...) por momentos lo trate como a una mascota.
Una película con una notable capacidad de observación, compuesta por actitudes, gestos y silencios que resultan tan reveladores como muchas palabras. Su narrativa concisa no la obliga a apresurar sus tiempos.
Consigue trascender aquello que narra para describir un estado de situación mucho más amplio, el triste paisaje de hoy en los Estados Unidos, surcado por el desempleo y la desesperanza.
Tiene momentos de una rara, extraña belleza y toma riesgos que casi nadie asume hoy, empezando por recordar y honrar a Bresson. Y eso, en el cine preformateado que está invadiendo los festivales, no es poca cosa.
Aun partiendo de un material ajeno, Cronenberg es capaz de hacerlo suyo y de convertirlo a su mundo como ningún otro autor cinematográfico logra hacerlo en la actualidad.
El director francés vuelve a abordar el tema de la ausencia, esta vez a través de la reimaginación de una película olvidada de Ernst Lubitsch. Su estética evocadora recuerda a los emotivos melodramas de otro destacado cineasta alemán, Rainer Werner Fassbinder.
Hay una colisión evidente en el film de Dumont entre la cualidad ominosa y tragicómica de los habitantes originarios del lugar y el lustroso elenco encabezado por Luchini, Bruni-Tedeschi y Binoche, como si Dumont hubiera intentado mezclar el agua y el aceite, pero nunca lo hubiera logrado.
Es uno de los films más abiertamente políticos de su obra. Scorsese se adentra en la temática de los cimientos de sangre sobre los cuales se edificó la riqueza de su país.
La nueva película del director de Manhattan no pretende ser otra cosa que un simpático, ligero, divertimento, en el que Hemingway, Picasso y otras vacas sagradas de la cultura parisina de los años ’20 son mostrados de manera amablemente caricaturesca.
Propone una historia de insidias, traiciones y erotismo softcore que quizás funcione en el mercado asiático, pero que si por algo llama la atención es por su ramplonería.
Bertolucci se propuso, y lo consiguió, sorprender en todos y cada uno de los planos de su película, a cual más deslumbrante, sin por ello sacrificar el hilo narrativo y las implicancias políticas y psicológicas de su protagonista.