Nadie como Petzold sabe trabajar con los géneros clásicos de Hollywood y reformularlos para reflexionar sobre la historia de su país y la identidad constitutiva de su sociedad.
La particular sensibilidad del director de 'Lejos del paraíso' hacia el melodrama alcanza su cumbre con esta extraordinaria adaptación de una de las primeras novelas de Patricia Highsmith.
Todo en el film parece estar en su lugar: la fotografía melosa, la música igualmente cursi y los diálogos cargados de frases hechas que facilitan el trabajo al espectador. En 'Brooklyn', cada elemento se siente como una colección de lugares comunes y tramas predecibles.
La película, dirigida con solvencia televisiva, retrata las diferencias artísticas que surgieron entre Marilyn Monroe y Laurence Olivier cuando filmaron 'El príncipe y la corista'.
Aún reconociendo los problemas, algunos bastante evidentes, de una película que no se encuentra entre las mejores de su autor, sería injusto no valorar aquello que le otorga un lugar excéntrico, casi fuera de órbita, en la producción insípida del Hollywood contemporáneo.
Como suele ser habitual en las películas de Tarantino, la narrativa es no lineal y se desplaza hábilmente a través del tiempo y el espacio. Hay una abundante representación de la cultura local y, como era de esperar, una gran cantidad de objetos de recuerdo.
La película gana en concentración, al igual que Renée Zellweger, quien se convierte en el eje central de la historia. En cada escena, Zellweger logra encontrar el tono adecuado.
Es de una gran firmeza: Bellocchio maneja con su maestría habitual elipsis y transiciones temporales, que le permiten ir del pasado al presente, ida y vuelta, incluidas paradas intermedias, con una fluidez cuyo secreto sólo parecen conocer los cineastas de su generación.
En el nuevo film de la directora de 'Rosa Luxemburgo', los vicios del cine académico, ese que siente la necesidad de explicarlo todo, luchan con una dificultad esencial, que paradójicamente le aporta sus mejores momentos.
La fluidez, transparencia y economía de su puesta en escena, que no necesita de la parafernalia de efectos especiales a los que se ha abandonado el cine de terror actual para sostener el suspenso y la tensión narrativa.
El apasionante documental El caso Padilla, del cubano Pavel Giroud, viene a echar luz sobre un período particularmente complejo del proceso revolucionario cubano.
Su mejor película en muchos años. Lo que convierte a 'BlacKkKlansman' en una potente crítica política es la manera en la que Spike Lee vincula el proyecto de los racistas de antaño con aquellos que actualmente han llegado a la Casa Blanca a través de las urnas.
Una película que vuelve a demostrar no sólo su extraordinaria capacidad narrativa, que lo ratifica como uno de los grandes cineastas de la tradición clásica, sino también su interés por el barro de la historia estadounidense.