El guión es denso, ágil, divertido, sin perder el ritmo o malgastar palabras. Por lo general, te hace reír hasta el momento en que te clava la estaca en el corazón, convirtiéndote en polvo.
Enormemente disfrutable, con un buen ritmo y un aspecto magnífico en todo momento. No hay una sola actuación floja en ella y funciona siempre como un escaparate muy merecido para todo lo que Vergara puede hacer.
Sí, es torpe en algunos momentos, pero Amanda Seyfried sobresale como la multimillonaria estafadora Elizabeth Holmes, y la historia es demasiado asombrosa como para dejarla pasar.
Es una historia maravillosa y profundamente disfrutable en la que se pasa de los harapos a la riqueza. Leto y Hathaway crean un matrimonio lo suficientemente convincente entre dos narcisistas.
Esta dramatización del envenenamiento del ex-espía ruso transforma un asesinato en un tedioso procedimiento policial que resulta mucho menos fascinante que la realidad.
Malgasta el talento de Stephen Graham. La historia resulta ser un tanto predecible y carece de originalidad. A pesar de las buenas actuaciones, la película no logra destacar y termina sintiéndose muy convencional.
Una historia convincente, emotiva y muy humana. Marsan logra, de manera brillante, dar una faceta humana a un personaje que, en términos interpretativos, es irremediablemente intachable.
Cuenta con Naomi Watts, Chloë Sevigny y Demi Moore, además de Tom Hollander como un deliciosamente malvado Truman Capote. Tiene estilo para morirse y mucho escándalo. No entiendo porqué es un fracaso.
Desde abordar el daño causado por la retórica del músico hasta hacer frente al estigma que rodea a las discusiones sobre la salud mental de West, se trata de una serie de televisión muy importante.
El guion es débil y la actuación deja mucho que desear, sin embargo, en ocasiones, a lo largo de sus 10 horas de contenido, resulta sorprendentemente entretenida.
Un concepto decididamente singular: tomar un acontecimiento histórico poco conocido, desordenarlo y añadirle animales mágicos. Pero funciona porque se entrega en cuerpo y alma.