Ahogada en buena medida por su evidente obsesión de divertir sin molestar. Más que continuación o secuela, no es más que algo simple, algo caradura y muy oportunista.
Una emocionante fábula sobre la creación, la amistad y la buena muerte. 'La estrella azul' está llena de sorpresas. Es inusual encontrar una voz tan clara, profunda y distintiva en una obra que es prácticamente un debut.
Tan reveladora y precisa como carente de energía, le pierde su ansia por abarcarlo todo. Es un conjunto desordenado de buenas intenciones y fidelidad a los hechos que se niega a renunciar a nada.
Fundamentalmente torpe. El armazón de la historia revela constantemente su incapacidad para ajustarse a las reglas más esenciales del género. Nada sorprende; hay pocos elementos que logran captar la atención.
Se presenta como una mezcla de repetitividad e irrenunciabilidad; el sexismo jugueteril es sometido a una delirante metadeconstrucción, que se mueve entre el anuncio eterno y el más placentero de los delirios.
Nada de esta entrega es inferior al original. Es más, todo es el doble. Pieza a pieza, es más espectacular, más elaborada, más inteligente incluso. Es imposible no sufrir un ligero ataque de nostalgia.
La mejor entrega de Jurassic Park desde 1993, una película soberbia y casi transcendental. La habilidad de J. A. Bayona para hacer suyos los principios de una saga como esta lo sitúa entre los grandes.
Alicia Vikander es la única elección que tiene sentido. Falta drama, nervio y empatía, y lo peor de todo es que todo resulta tan exageradamente importante que cada eslogan del principio se convierte en una lanza.
El resultado es un cierre perfecto. La energía y confianza que demuestra el director logra construir un universo tan visceralmente reconocible como extraño. De nuevo, Andy Serkis deslumbra.
Funciona. A pesar de que la propuesta no añade prácticamente nada y sin ninguna escena que sobrepase los límites de lo ya visto, el tono de comedia se antoja lo suficientemente desinhibido y lenguaraz para pasar el corte.
Una tragicomedia que explora la enfermedad y la parodia, pero que alcanza solo parcialmente el efecto envolvente y arrollador que Ang Lee intenta lograr.
Scott reconstruye el mito del planeta rojo con un efectivo espectáculo que mezcla la rutina, el humor y el talento de un magnífico Matt Damon. Es una película tan entretenida como intrigante; tan intensa como gratificante.
El placer de ver por primera vez lo que se puede contemplar en esta maravilla es incomparable. El director repara el tejido dañado de la última trilogía, devolviéndonos el esplendor del mito. Mis respetos, señor Abrams.
Noé no logra ofrecer algo distinto a una versión de '50 sombras de Grey' dirigida a 'hipsters'. A pesar de la atención que recibe y el ruido que genera, resulta ser la propuesta menos transgresora del director.