Literalmente, la invitación de Jackson es la de viajar al fondo de un universo perfecto y completo. Ahora el cuento se entrelaza cada vez más con la realidad, convirtiéndose en la expresión máxima del entretenimiento.
El más extremo de los trabajos del director. Jeunet se muestra cursi y lo hace con plena convicción, sin pudor. Sin embargo, una vez transcurridos los primeros minutos, esa actitud termina resultando agotadora. Todo es deslumbrante, pero también abrumador.
La versión soñada por Jay Gatsby se presenta a través de un retrato desmesurado. Luhrmann transforma la novela en una celebración tortuosa, intensa y perpetuamente excesiva de nuestra época.
En su simplicidad, en ocasiones, impacta. La película logra crear algunas de las imágenes más sorprendentemente placenteras del cine catastrófico reciente.
No hay sorpresas. Si uno sabe a lo que se enfrenta, es imposible no disfrutar. Se presenta como si ninguna de sus predecesoras hubiera existido, y eso no es correcto.
Mejor Torrente imposible. (...) es sencillamente irresistible; perfecta en su imperfección; un contrasentido pensado y maquinado para disfrutar a oscuras. Es cine.
Particular, almodovariana a su modo y muy cinéfaga visión de las identidades rotas. La secuencia de la persecución se antoja sencillamente memorable. Una directora en pleno dominio de su voz.
La elegancia visual de Monteverde se ve afectada por un guion repleto de explicaciones y detalles innecesarios. La intervención de Caviezel durante los títulos de crédito arruina la película de manera grosera.
Un explosivo y muy gráfico documental de HBO, donde hay imágenes que son difíciles de olvidar. De hecho, permanecen en la mente. Lo esencial es la total eliminación de cualquier duda razonable.
Lo relevante, como casi siempre, es el punto de vista y el de Ozon es básicamente el más plano, mortecino y triste de todos los posibles. (...) un completo desvarío
Es una celebración auténtica para aquellos que están comprometidos con esta divertida propuesta, que resulta también protocolariamente mimética. La película avanza con rapidez, es amena y guarda una sorpresa al final. No podemos pasar por alto que Tina Fey continúa siendo la colosal Tina Fey.
Una grata (aunque dolorosa) sorpresa. Su irregularidad, imperfección y a veces torpe pomposidad la convierten en una obra única y magnética; tan irresistible como árida.
Melodrama sin alma o testimonio sin argumento, la película se limita a presentar lo que existe. Infectada de pura realidad y buena voluntad, todo parece falso.