Una fría, calculada y feroz disección de una sociedad tan perdida como el niño del título. Sin duda, un ejercicio de dirección tan sensible como enérgico.
Es esencialmente un cine que desafía la lejanía, plasmando un genuino temor al vacío. La historia se presenta al espectador con la inmediatez de lo real. Es una experiencia cinematográfica que conecta con lo más profundo.
Fallida a ratos, confusa en ocasiones, pero siempre estimulante y difícil de clasificar. Es un gran cine que refleja nuestra pequeñez. Es una película audaz, surrealista, caótica y, sobre todo, libre.
Zurlini nos regala dos de las obras más impactantes y conmovedoras del cine italiano, esta película y "La chica con la maleta". Un momento inolvidable es el descenso de las escaleras después del baño.
Se mantiene fiel a su esencia de pesadilla desde el principio hasta el final. Impacta la frialdad con la que se explora la naturaleza del frío y sorprende la madurez con que se maneja el agobio. Haneke continúa demostrando su maestría a la hora de crear distancia.
Un drama pausado, meticuloso y profundo que refleja las fisuras en la pantalla provocadas por su delicada puesta en escena, permitiendo que la vida se entrelace con la narrativa.
A pesar de carecer de enfoque, la película logra, en ciertos momentos, convertir su falta de coherencia en una justificación para causar impacto. Es intensa en su caos.
Tiago Guedes transforma la reciente historia de su país en un melodrama desigual. Presenta un derroche épico que es tanto atractivo como intenso, aunque con cierta irregularidad.
Garrel se adhiere a los principios sensoriales que caracterizan su cine claro, explorando una profunda metáfora de sí mismo. El resultado es una obra que destaca por su brillantez y coherencia, reflejando la esencia única de su estilo.