La cinta es al mismo tiempo un homenaje afectuoso al thriller policíaco, ese género en el que Redford y otros actores insoslayables de su generación sustentaron en buena medida su fama.
El principal interés de esta cinta no consiste en el argumento, que puede resultar un tanto manido, sino en dos aspectos: el tratamiento narrativo, que corre por las vías del género policíaco, y la solución formal, ésa sí verdadero prodigio.
El primer acierto de Del Paso fue situar la historia en un territorio que le resulta familiar. Este conocimiento aporta al filme un destacado nivel de verosimilitud, que se evidencia en la dirección de arte, la fotografía y el vestuario. Sin embargo, su impacto va más allá, alcanzando el núcleo de los personajes y la situación presentada.
Denis pone sobre los hombros de Juliette Binoche la enorme carga de un personaje complejo y contradictorio: adorable, detestable y tal vez irredimible, todo al mismo tiempo, reflejando así la vida que lleva y, por extensión, la trama del filme.
Como todo filme bien elaborado desde su concepción como guión, no se limita a cumplir con las convenciones del género cinematográfico, ni se somete a los aspectos que lo definen.
Formalmente ejemplar, utiliza la ortodoxia para contar, con una mezcla de destreza y calidez narrativa, una historia sobre tradiciones que corren el peligro de ser olvidadas en nuestra época de constante cambio.
Lo elemental de la trama llenó de clichés y repetitividad efectista un pietaje que parece larguísimo sin serlo. La verdadera “infección” aquí es un maniqueísmo rampante.
Parece sugerir que nadie puede liberarse del grillete digital que implica la constante ambición por tener más "seguidores" y "amigos" en las redes sociales, lo que lleva a buscar constantemente más "me gusta".
El principal problema de '600 millas' radica en su perspectiva. La historia podría haberse narrado desde un enfoque diferente al del verdadero protagonista, Roth. Esta limitación de punto de vista hace que el tema central del filme pierda claridad.
Una trama con complacencias que no logran afectar su verosimilitud, presenta una comedia que ofrece una primera vuelta de tuerca bien construida y, posteriormente, una segunda que realmente sorprende.
Cumple con las muy particulares exigencias que le plantean a toda propuesta: manejo hábil del suspense, una “criatura” caracterológica y visualmente poderosa.
Tampoco recurre, lo cual es casi imposible en México, a una notable inclusión de digitalizaciones y efectos especiales para enriquecer una narrativa de fenómenos sobrenaturales.