Es complicado imaginar que algún elemento de esta película tan acelerada y desorganizada quede grabado en la memoria de algún adolescente. Temo que es poco probable, ya que todo ocurre con tal rapidez que es difícil que algo perdure.
Scorsese transforma este material que podría haber caído en la rutina, abordando la represión de épocas pasadas con una energía y expresividad únicas, empleando movimientos de cámara que son tanto complejos como elegantes.
Muy buena es su rompecabezas más complicado y retoma algunos de sus temas favoritos: la distancia entre pensamiento y acción, las relaciones disfuncionales, las personas hiperarticuladas que no logran conectarse con los demás.
En esta segunda parte se presenta una trama directa, sin misterios ni elementos oscuros que explorar. Todo lo que se muestra es lo que realmente hay en la historia.
El paisaje poético se ve impregnado por las trágicas historias que se relatan. Este documental, aunque sutil, logra comunicar de manera impactante los riesgos que enfrentan las mujeres en México.
Con momentos cómicos y reflexivos, esta obra revela de manera sorprendente el trabajo tanto de un delincuente como del director y el proceso de creación detrás de la película.
La fotografía de Christopher Doyle presenta una ciudad oscura iluminada por neón y colores vibrantes, creando un retrato de un entorno lluvioso y vacío donde los personajes transitan sin rumbo, luchando por hallarse a sí mismos.
Más allá de su vínculo con esta tradición, lo que se queda en la memoria al presenciar esto es la manera en que hemos entrelazado nuestras existencias con estos dispositivos y todas las redes que los conectan.
El resultado presenta una serie de visiones individuales que se entrelazan de manera caótica, sin una noción clara de un bien común, lo que dificulta la comprensión global de la película.
La belleza de Loren es legendaria, pero la gracia de esta película reside, sobre todo, en el donjuán retirado que, con la interpretación de De Sica, deja ver lo cercanos que están el orgullo y el patetismo, la esperanza y la melancolía.