No hay lugar para las sutilezas en 'The Shape of Water', pero sí para el romanticismo, la sensibilidad y el humor dentro de un paquete de una enorme belleza visual.
Fiel a nuestros tiempos, la película también toca el tema de la representación y la diversidad en el cine. No lo hace de una manera moralizante, más allá de algún diálogo más explícito al respecto, sino desde su espíritu de comedia.
El director busca que cada imagen sea "poética", pero esta combinación resulta algo insatisfactoria. Sin embargo, la película es visualmente atractiva y logra crear empatía con los personajes.
La película presenta aspectos positivos, como su intento de explorar la psicología de Felt. Destaca especialmente la formidable actuación de Liam Neeson y la excelente labor de su coprotagonista, Diane Lane.
La habilidad para transformar este tipo de relatos en narrativas cautivadoras, evitando caer en el panfleto, es un mérito de directores como Alan Pakula y Steven Spielberg. Jason Reitman se une con honor a ese selecto grupo.
'Maligno' demuestra compartir los códigos del espectador de terror avezado, pero también se entrega al objetivo más básico del género: divertir asustando y asustar divirtiendo.
Subraya hasta el hartazgo intenciones feministas que no logran salir de lo superficial. Todo esto resulta forzado y distrae de los aspectos más entretenidos de la película.
La película refleja la asombrosa perspectiva de 'Elefante', de Van Sant, pero en su estructura formal, elige una mayor flexibilidad en lugar del hermetismo. Es realmente una obra maestra.
El respeto y admiración de los realizadores por su protagonista es palpable, pero también lo es la inteligencia y sutileza con la que se acercan a cuestiones más sensibles de la vida del protagonista.
Es poco más que un vibrante espectáculo de escenarios lujosos y colores intensos. La película, dirigida por Jon M. Chu, parece indecisa acerca de si el lujo es un concepto ridículo o deslumbrante, dejando que gran parte de la narrativa funcione como un videoclip dedicado a este tema.
Todos los chistes sobre la familia ruidosa y poco respetuosa de la privacidad son aún menos graciosos en esta secuela. Los personajes siguen siendo caricaturescos detrás de todo hay un mensaje, pero el alegato no resulta muy convincente.
Un intento fallido. Lo más decepcionante de La maldición renace es que desperdicia a un elenco muy talentoso, encabezado por Andrea Riseborough, cuya presencia enigmática no logra salvar el film.
¿Qué pasa con el material filmado cuando una película argentina queda inconclusa? El director logró integrar todo en una única película que despierta curiosidad y fascinación.
Parece haber una falta de confianza por parte de los guionistas y el director en que sus personajes y el corazón de la historia que están contando sean suficiente.
La convivencia estética entre el CGI y la acción en vivo carece de armonía. Además, se percibe que la inclusión del Pájaro Loco solo busca añadir un nombre reconocible para impulsar las ventas de la película.