La estrategia más audaz y efectiva de la película radica en su humor sutil, que añade una nueva dimensión a la historia y genera una curiosa sensación de ligera diversión.
La destacada estilización de la puesta en escena resulta significativa, pero lo verdaderamente atractivo es el retrato exacto de la vida en un pequeño pueblo, la rutina en la funeraria y la influencia del legado familiar en las decisiones de los más jóvenes.