Un homenaje narrativo y protagónico al cuarto capítulo inicial de hace 38 años. Escenas reiterativas o cansinas de acción y sobrevuelos interplanetarios, donde proliferan monstruos mutantes y criaturas extravagantes de ancestros medievales adaptadas al estilo Disney.
Su trama es emocionante y original, con matices que envuelven a solitarios protagonistas enfrentándose a los escombros de un satélite ruso. Destacan los recursos emotivos de Sandra Bullock y la voz grave del carismático George Clooney.
Este brillante homenaje al creador mismo del espectáculo filmado no hubiese sido posible sin los recursos estilísticos y el virtuosismo en sus puestas en escena del no menos extraordinario realizador Martin Scorsese.
Presenta recursos visuales bastante efectistas y una fotografía dominada por tonalidades espectrales, filtros obvios y luces fosforescentes. Lo que antes nos hacía sentir pavor, ahora luce grotesco y exagerado.
Destaca gracias a la espectacularidad de su puesta en escena y al itinerario, entre salvaje y violento, que expone en impactantes tomas fotográficas a esos muchachos peleadores sin derroteros entendibles.
No tratándose de una película conflictiva ni complaciente, los vínculos sentimentales evolucionan con absoluta naturalidad. Otros matices poéticos y vivenciales emergen cuando la cámara captura la hostilidad del paisaje invernal y culmina en el esplendor de la primavera.
Drama humano de dimensiones insospechadas. Prueba palpable de cómo abordar una situación real con signos inequívocos de dolor contenido y ambientación neoexpresionista.
Hay demasiada charlatanería y por momentos resulta evidentemente aburrida al opacar su historia de amor para dejarse seducir por cuestiones obvias, distantes de sus valiosos precedentes.
Con ‘La doncella’ centellean influencias de tonalidades entre románticas y surrealistas para remontarnos al divino Marqués, visto por Pasolini, e incluso familiarizarse desde Seúl con sus vecinos Yukio Mishima y Nagisa Oshima.
Una discreta comedia de trazos conmovedores, con amistades fortuitas regidas por la solidaridad y un espíritu libertario capaz de afrontar intransigencias manifestadas en escuelas y hogares conservadores.
Con una interesante factura documental que recopila archivos noticiosos de protestas callejeras y testimonios de las víctimas, las técnicas de reproducción de la época logran que el espectador sienta la experiencia del día a día, con las imperfecciones propias de tales imágenes.
Película hermosísima cuya exquisita coreografía, la rítmica musicalización del habitual compositor Shigeru Umebayashi y una ágil sucesión de planos cortos alcanzan niveles realmente sublimes.