Con una interesante factura documental que recopila archivos noticiosos de protestas callejeras y testimonios de las víctimas, las técnicas de reproducción de la época logran que el espectador sienta la experiencia del día a día, con las imperfecciones propias de tales imágenes.
Película hermosísima cuya exquisita coreografía, la rítmica musicalización del habitual compositor Shigeru Umebayashi y una ágil sucesión de planos cortos alcanzan niveles realmente sublimes.
Brota una forzada historia de amor. Los personajes secundarios están tratados con un sentido humano e integridad; además, la fotografía digital es brillante y contrastada. Sin embargo, la dirección certera de actores talentosos se ve empañada por un protagonista que carece de expresividad.
El versátil documentalista Bendjelloul inicia su investigación cinematográfica en dos continentes, recolectando pruebas y testimonios sobre los fracasos y éxitos que ha encontrado en su camino. Esta trama se desarrolla utilizando un enfoque que recuerda al de un thriller.
Una película de ambiente rural, honesta y sin mayores pretensiones. (...) El director David Mackenzie, escocés, abandona los esquemas propios de Hollywood para describirnos asuntos escamosos de innegable trascendencia.
Su desarrollo dramático no lineal muestra distintos episodios de vida que se desprenden de manera asociativa, aunque a veces resultan algo forzados por las circunstancias. Persiste un desconcierto y la sensación de que hay aspectos que no se concretaron en las intenciones de su autor.
No obstante su confusa y reiterativa perorata, la trama se desarrolla de una manera concluyente para caer en situaciones delirantes. El espectador sensible puede verse afectado ante la crudeza expuesta y preguntarse cómo es posible que persistan tantas telarañas.
Un brío particular inunda la pantalla y el espectador queda literalmente pegado al asiento en esta fenomenal comedia negra argentina donde no hay minuto malo.
Una maravillosa e irrepetible cinta que homenajea de hecho a “una ciudad de sueños” (Los Ángeles); al jazz, cuya influencia no se extingue, y al cine mismo de nostálgicas tonalidades romántico-musicales.
Inconfundible estilo personal, capaz de fusionar escenas violentas con un humor irreverente. Diálogos poderosos, ritmo trepidante en las acciones y una variada selección de melodías.
El diseño cuidadoso de la obra se combina perfectamente con la rica narrativa de la cultura japonesa. Además, se aprecia la influencia de las historias de detectives de la posguerra, inspiradas por el legendario Akira Kurosawa, quien siempre busca unir el pasado con el presente.