Desde las primeras temporadas de 'Game of Thrones', no había experimentado una serie que transportara a los espectadores de manera tan intensa a un mundo completamente nuevo. Es precisamente esa desconexión total de la realidad que la audiencia anhela.
No se trata de una obra maestra, pero resulta sumamente amena y cautivadora. Después de disfrutar de un episodio, querrás rápidamente continuar con el siguiente.