Ni siquiera un brillante John Choo puede rescatarla de un final poco acertado. Su intento de conmover al público resulta en una reacción de incredulidad.
Miller muestra una preferencia evidente por los efectos visuales de la violencia y los excesos sangrientos, en lugar de ofrecer motivaciones creíbles que generen empatía por aquellos que realmente sufren las consecuencias de la brutalidad.
Sono consigue infundir una sinceridad conmovedora en un contenido provocador. Parece que la producción se realizó en cuestión de días y que el guion fue elaborado en un tiempo similar.
McCarthy se reúne con Emilio Estevez, Ally Sheedy, Demi Moore, Rob Lowe y otros para explorar lo que implica ser parte de un club que a menudo es cuestionado en su reputación.
No ofrece una perspectiva inédita que no hayamos encontrado en otros documentales musicales, pero destaca al explorar las razones por las que buscamos el arte como vía de escape y nuestra reacción ante su ausencia.
Si alguna vez los alienígenas nos invaden, reza para que sea más emocionante que en este thriller que carece de sustancia. El público queda en la oscuridad respecto a los eventos, incluso más que los propios personajes.