Un drama de época repleto de algunas imágenes impactantes pero que, en última instancia, mantiene la implicación del espectador a una distancia insondable.
Lo que no tiene, aparte de demasiadas risas, es ni el estilo punzante y la sociología del verdadero cine negro, ni la pura desesperación yuppie del thriller erótico duro.
Nos ofrece un personaje de Cage que no habíamos visto antes, en modo víctima quejumbrosa, y él lo convierte en una clase magistral de actuación cómica reactiva.
El tono exagerado se vuelve rancio muy rápidamente, especialmente cuando queda claro que se trata de un estilo chiflado por encima de cualquier intento real de sustancia.
Resulta admirable cómo Jean-Paul Salomé controla cada aspecto de la película. Para Huppert, 'Mama Weed' se presenta como un aperitivo suficientemente satisfactorio antes de adentrarse en contenido más sustancioso.
Vince Vaughn se entrega por completo como un generoso donante de esperma en esta ligera e inofensiva comedia. Es una película que ofrece cierto grado de entretenimiento.
Al cabo de un rato, los limitadísimos movimientos de la cámara y el lánguido ritmo pasan factura, lo que resulta en una experiencia de visionado bastante menos que idílica.
Una película familiar refrescante, entretenida y con buen reparto. Favreau, trabajando con el animado guion de David Berenbaum, ofrece la combinación adecuada de travesuras y gestos amables.
Es encantadora y entretenida. Tiene suficientes elementos para complacer tanto a los aficionados de Pokemon como a aquellos que no lo son. La dirección enérgica de Letterman logra que todo se integre a la perfección.
Su reparto de primer nivel, que incluye a Edward Norton, Colin Farrell y Jon Voight, ofrece actuaciones destacables. O'Connor muestra un notable dominio sobre el material.
Fuqua y Gyllenhaal hacen un excelente trabajo, pero un guion lleno de exposiciones interfiere en la construcción de la tensión, lo que afecta el impacto de la narrativa.
Lo que ocurre en Bangkok no es tan cautivador como los eventos que tuvieron lugar en Las Vegas, sin embargo, sigue siendo una experiencia que vale la pena vivir.