El problema radica en que su trama, que no debe confundirse con la acción, se divide a un ritmo que no parece del todo justificado, lo que impide una mayor empatía con los personajes. En este sentido, esta megaproducción resulta ser plana.
Un filme de Werner Herzog que se sumerge en la relación entre el ser humano y la naturaleza. La obra destaca por su lirismo, su capacidad de interpelar al espectador, y su inclusión de humor y desmesura, todo ello con un toque de delirio.
Esta saga extrema, con un claro estilo televisivo, genera opiniones encontradas. El uso del 3D, aunque no siempre es efectivo, intensifica imágenes que parecen tener como único objetivo causar impacto.
Más allá de pertenecer a una saga desgastada, cada vez más insípida, la séptima entrega de 'El juego del miedo' presenta un único giro: el uso del 3D. Mientras que antes se disfrutaba de torturas en planos detallados, ahora se busca una propuesta más sofisticada.
Una comedia de aventuras encantadora y divertida, especialmente si se disfruta del humor de Jack Black. Las imágenes digitales en 3D son impresionantes, aunque no aportan nada novedoso. Sin embargo, solo se aprovecha la estructura del clásico de Jonathan Swift, publicado en 1726, como mero pretexto.
En pleno auge de la pornotortura, nada se transgrede y poco escandaliza. Pero la intención de quienes hicieron esta nueva versión es buscar esto último, y poco más.
Hay que remarcar, ante todo, su enorme vitalidad cinematográfica y su capacidad para ensayar (y llevar a buen puerto) una diversidad de recursos estéticos, dramáticos y narrativos, muchos de ellos sofisticados y hasta vanguardia.
Hay, en esta opera prima solista de Alejandro Fadel, un elemento que él mismo procura no subrayar y que -tal vez por eso- alcanza mayor contundencia: la lógica naturalidad del salvajismo de 'Los salvajes', transmitida sin condescendencia ni, claro, juicios morales.
Aunque juega con los contrastes, Seidl evita caer en el maniqueísmo. En ciertos momentos, 'Paraíso: Amor' se presenta como una comedia cruel y amarga; en otros, como un drama social que convierte a sus personajes en figuras grotescas. En resumen, es una película de autor que resulta única y sin comparación.
El trabajo visual es, sin duda, excepcional. Sin embargo, es lamentable que, especialmente en el tramo final, la película recurra a retóricas y esquemas que la debilitan, restándole complejidad y llevándola al borde de un culebrón que Waugh jamás imaginó.
Hasta la mitad, el filme mantiene un ritmo vertiginoso y un tono corrosivo, con una comicidad que se manifiesta en múltiples niveles. Sin embargo, al final, la película cede al sentimentalismo y muestra reticencia a alejarse del género.
Una cosa son las convenciones y otra, distinta, la repetición de clichés hasta el infinito. Hay personajes secundarios de trazos muy gruesos, alguna mirada discriminatoria y mucho, mucho lugar común.
'Madagascar 3' deslumbra visualmente, presentando personajes carismáticos desarrollados en las películas anteriores de la saga, junto a algunos nuevos. Con un ritmo vertiginoso y chistes generalmente efectivos, ¿se puede considerar un filme excepcional? No.