Las peleas son más débiles, pero la historia es más impactante. Los aspectos más destacados son menos efectivos de lo habitual, mientras que los elementos que solían ser débiles presentan una mejoría.
Su escalofriante ambientación de época y su furia #MeToo no tienen nada que ver la una con la otra, disminuyendo la eficacia de ambas y haciendo que sea pesada.
La verdadera estrella es la cavernosa mansión del siglo XV que le da infinitas posibilidades a Durkin y Erdély para generar vacíos siniestros que amenazan con engullir a toda la familia.
Se toma su tiempo para instigar la necesidad de saber qué ha sucedido y después recompensa esa necesidad de la manera más lúgubre y extrema que podamos imaginar. Tan cruel como la vida misma.
Emmerich ha mezclado todos los elementos apocalípticos y de ciencia ficción que se le ocurrieron. El resultado es mucho más denso de lo que la mayoría de las personas suelen disfrutar.
Aunque hábilmente orquestado, el tramo final recuerda inevitablemente a 'Gravity', y carece de la capacidad técnica para competir con el Alfonso Cuarón más ingenioso.
En lo único que mejora a su antecesora es en el final: ofrece un giro inesperado y eficaz en vez de uno realmente tonto. No está mal, pero no es lo suficiente para justificar sumergirnos en sus aguas.
A 'White Boy Rick' le cuesta extraer un drama único de una narrativa que resulta bastante habitual. Además, es sorprendente que la película carezca de la tensión esperada.
El diálogo de Hyatt resulta pesado y redundante, pero el elenco lo transmite con genuina convicción. La ambientación en Malta ofrece un atractivo visual, a pesar de que la dirección carece de inspiración.
Si su canto fuese tan potente como su interpretación, habría dado lugar a un increíble 'Cyrano'. En líneas generales, la película se desarrolla mejor como un drama íntimo, con tintes cómicos, que como un gran espectáculo.
Morris no permite que queden mentiras sin afrontar, pero también evita poner a Bannon a la defensiva. Errol Morris, a diferencia de otros documentalistas, es tan estilista como periodista.
Culmina con una de las secuencias de persecución más gloriosamente absurdas jamás filmadas. Lo que más me sorprende es el grado con el que los movimientos de Keaton parecen 'coreografiados'.
Una de las películas más alocadamente entretenidas de Miike. Pocos directores exhiben tanta energía y originalidad en su película debut. Ver esto en su obra número 103 es verdaderamente inspirador.