Lo que hace de 'Merlina' un experimento mayormente exitoso no solo es la realización de Burton sino sobre todo la presencia de la talentosa Jenna Ortega en el papel protagónico.
La serie celebra la diversidad y sobre todo los complejos contornos de la identidad de una joven mujer dispuesta a ser la heroína de su propio cuento de hadas.
Explora la angustia adolescente, la incertidumbre sobre el futuro y el despertar amoroso y sexual con una delicadeza notable y un cuidado en la construcción de sus personajes centrales.
Inverosímil y carente de realismo o actualidad, esta película de dos horas y diez minutos no logra presentar a su protagonista como un personaje ni siquiera un poco interesante.
El experimento funciona como un manual sobre el origen de las actitudes de los millennials y como un recordatorio de que el cerebro de una adolescente puede convertirse en un arma de autodestrucción masiva.
Cumbres borrascosas y Orgullo y prejuicio son dos clásicos literarios que el guion sugiere como inspiración para la historia. Sin embargo, la película se asemeja más a 'Crepúsculo' que a estas obras.
La serie, más allá de su interesante tema y la fascinante época en la que está ambientada, es una producción auténticamente Luhrmann repleta de excesos estéticos, música pop y un romance juvenil almibarado.
[Crítica 4ª temporada]: Más allá de los necesarios cambios, lo cierto es que la Veronica treintañera conserva los rasgos de personalidad que la hicieron un personaje inolvidable y distinto a los demás.
Un relato que intenta demostrar que el color de la piel nada tiene que ver con el amor y que, sin embargo, enfatiza las diferencias raciales con descuidado sentimentalismo.
No es un relato especialmente moderno u original y sin embargo, consigue transmitir, con todos sus claros y oscuros, la esencia de la amistad femenina.
Nada es sugerido y todo está subrayado y machacado para dejarlo claro. El evidente cuidado estético choca con un montaje desprolijo y una notable falta de coherencia narrativa.
Una comedia amarga, pero comedia al fin. Con un humor asordinado que en gran medida deriva de la capacidad de Ben Stiller para transmitir la confusión de Brad y su fallida percepción de la realidad.
Tal vez en manos de otras actrices esa dirección de la trama podría haber resultado en un festival lacrimógeno sin demasiada sustancia. Sin embargo, cada una de las intérpretes de este film lo eleva más allá de las circunstancias del guión que el director Tate Taylor adaptó de la novela.