Hace todo lo posible por mostrar al hombre-niño que se esconde tras el borracho, pero en su prisa por endiosar a su sujeto, carece de voces críticas y de contexto.
Considerar un mero biopic a la obra maestra de Schrader no le hace justicia. Es más como una reflexión onírica e hipnótica de la trágica intersección entre la obra y la existencia de Mishima.
No hay otro retrato de la vida de Lincoln tan profundo como esta exploración furiosa pero empática de la angustia existencial que plagó a la contracultura de los años 60.
Patton' probablemente tenía que haberse desmoronado por el peso de sus propias contradicciones. Sin embargo, al igual que su sujeto, es enriquecido e incentivado por ellas.
Como comedia, resulta poco graciosa. En cuanto a su faceta dramática, carece de profundidad y presenta excesivas subtramas junto a personajes que no aportan nada significativo a la historia.
Posee todos los elementos necesarios para ser una película de culto de alta calidad, aunque Dekker tiende a recurrir a clichés de forma excesiva en lugar de transformarlos o burlarse de ellos.
Su yuxtaposición de lo absurdo y lo absurdamente predecible produce una película que frecuentemente resulta entretenida, aunque no por las razones adecuadas.
Haciendo maravillas con poco presupuesto, Seimetz usa la cámara al hombro y composiciones concisas para crear una atmósfera de intensidad claustrofóbica sazonada con momentos de belleza cruda.
Es terriblemente infantil para una película que trata sobre la renuncia a las emociones fáciles de la juventud por las responsabilidades de la edad adulta.