Hess no logra equilibrar los diferentes tonos de la película, lo que resulta en una comedia insípida, desgastada y predecible. Lo más preocupante es que, siendo de este género, carece de la gracia que debería caracterizarla.
Se trata de un pequeño y austero primer largometraje, construido con un buen manejo de la claustrofobia, el suspenso y la tensión dramática. Misión cumplida.
Una película que apuesta más al humor que a la moraleja, evita varios lugares comunes de la comedia geriátrica y entiende a sus protagonistas sin juzgarlos.
Esta comedia romántica logra resonar con los tiempos actuales de reivindicación de la diversidad, aunque en el aspecto artístico no logra ir más allá de las convenciones del género.
Una muy agradable sorpresa por parte de un director poco conocido que demuestra que entretenimiento e inteligencia no necesariamente van por carriles separados.
Sin la originalidad del enfoque de la primera entrega y, lamentablemente, careciendo de su ritmo en las secuencias de acción, la película resulta entretenida, pero poco más.
Sin demasiado más que ofrecer, el resultado apenas se sostiene por la enorme potencia actoral de su elenco, pero cae por el propio peso de la forma burda con la cual enaltece los valores de la unión y la familia.
Una ópera prima bastante sólida y eficaz, pero que no puede quitarse la mochila cargada de lugares comunes de ese cine indie pensado para el festival creado por Robert Redford.