Aunque con menor impacto que la película original, esta secuela ofrece citas, referencias y humor negro suficientes para satisfacer a los amantes de la incorrección política.
Otra película que explora reencuentros familiares y relaciones disfuncionales, repleta de lugares comunes y con limitaciones evidentes que se asemejan al teatro filmado.
Con un aire de solemnidad similar al de un rito religioso, 'Godzilla II' parece priorizar el asombro visual en sus devastadoras escenas de destrucción en lugar de centrarse en la humanidad de sus personajes reales.
La película dura 140 minutos, pero se siente breve gracias a la habilidad del director, que a pesar de ser un debutante, sabe cuándo intensificar la tensión y cuándo hacer una pausa para respirar.
Se presenta como una reflexión acerca del ámbito digital, sin embargo, su desenlace con un fuerte contenido moral deja claro que la reflexión es, en realidad, una sencilla imposición.
Esta secuela reafirma y magnifica los descubrimientos de la película anterior, convirtiéndose en un referente de estilización visual, un ejercicio autoconciente y una apropiación creativa de la violencia extrema.
La película no logra definir las normas del mundo en el que transcurre, al igual que los personajes. Se siente como una colección de situaciones unidas solo por el capricho de los guionistas.