Más preocupado por lo que representan los personajes que por elaborar un drama completo con gente de carne y hueso, la película de Cone sólo presenta buenas intenciones.
Este silencioso y conmovedor relato a pequeña escala sobre la tristeza y la fe tocará la fibra tanto entre la muchedumbre de la iglesia como entre los aficionados del cine contemplativo y teológicamente predispuesto de Malick.
Esta batalla fantástica entre el bien y el mal resulta ser una idea amable pero superficial, con escasa profundidad y un propósito aún menos claro. Parece más adecuada para un corto de 15 minutos que para un largometraje narrativo.
Una maravilla de la invención del humor gráfico que, en términos de creatividad pura y desenfrenada, avergüenza a la mayoría de las comedias de la gran pantalla.
La película presenta una mezcla que podría atraer al público adolescente, pero carece de cohesión. Es una combinación insípida de invasiones alienígenas, thriller de zombis, romances vampíricos y dramas de instituto.
Una tragicomedia tímida. Su guion, que parece un esbozo, no tiene el absurdo necesario para provocar carcajadas, ni la profundidad para hacer que la película sea conmovedora.
Gracias a la hábil dirección y a las excelentes interpretaciones de un reparto de estrellas, se trata de una siniestra fusión que, en general, satisface, a pesar de su frecuente hábito de contar en lugar de mostrar.
Dirigida por Emma Stone, esta película presenta lo que podría ser la mejor interpretación de su carrera. Es al mismo tiempo peculiar y perturbadora, culminando en un sorprendente final lleno de locura.