No solo supera a la original en cada aspecto, sino que también se atreve a incorporar elementos distintivos. Sus habilidades son deslumbrantes; esto es, sin duda, el estándar de oro del cine de superhéroes.
Es el blockbuster más vigoroso e imaginativo de la presente hornada, amén de la trasfusión de lenguaje entre videojuego y cine más exitosa desde la minusvalorada 'Speed Racer' (2008).
'Transformers', con su estruendo y su intensidad, sus dinámicas y su fervor, presenta instantes de Cine Total más hermosos que muchas Victorias de Samotracia.
Una abrumadora montaña rusa en la que cada escena y cada línea de diálogo están diseñadas para ofrecer intensas dosis de placer para los aficionados. Es un impresionante blockbuster, y sin duda, la mejor película de Marvel hasta ahora.
Esta película supera lo que se había visto en una franquicia que, hasta ahora, mostraba más rutina que creatividad. Lo más destacable es su afán por el exceso digital y su inclinación hacia la autorreferencialidad. Sin embargo, el regreso de Michelle Rodriguez no resulta del todo acertado.
Como compendio tridimensional de las virtudes del concepto Saw, la película hace bastante bien su trabajo. Sus fans abandonarán satisfechos este catártico baño de sangre final.
Un arranque prometedor da paso a una reveladora desilusión: el protagonista masculino ha recurrido nuevamente a la fórmula de la película de vacaciones, donde el elenco aparenta disfrutar mucho más que el propio espectador.
Pese a situarse muy lejos de 'Chronicle' en calado y sofisticación visual, estamos ante una divertida variante de ese esquema de adolescentes con poderes más allá de su alcance.
El formalismo del cineasta alcanza cotas de majestuosidad sencillamente apabullantes en un trabajo que apela a la memoria cinéfila para reivindicar la inocencia en tiempo de guerra.
Aibar maneja material inflamable y no siempre cae de pie. Mejor rendirnos ante la arrolladora singularidad de una propuesta ensimismada y desconcertante, pero finalmente satisfactoria.
Puede que Saul Dibb comprendiera las potencialidades subversivas de este romance con el enemigo, sin embargo, contaba con demasiadas miradas críticas (la BBC, los Weinstein, los lectores) que le impedían desviarse del academicismo.
La directora se concentra en el personaje, que aunque es atroz, resulta humano. La película profundiza en su ambición, resentimiento de género y clase, así como en sus contradicciones. Tal vez logra su objetivo de forma tan efectiva que resulta abrumadora.
Un modelo de ficción televisiva adulto, tenebrista y devastador en sus paralelismos con una sociedad, la nuestra, que no parece haber aprendido nada de los errores de su pasado.
La película se encuentra atrapada en una narración confusa y claustrofóbica, tan absorta en su fragmentación temporal que el espectador termina dejándose llevar únicamente por el placer sensorial de las coreografías.