No solo supera a la original en cada aspecto, sino que también se atreve a incorporar elementos distintivos. Sus habilidades son deslumbrantes; esto es, sin duda, el estándar de oro del cine de superhéroes.
Es el blockbuster más vigoroso e imaginativo de la presente hornada, amén de la trasfusión de lenguaje entre videojuego y cine más exitosa desde la minusvalorada 'Speed Racer' (2008).
'Transformers', con su estruendo y su intensidad, sus dinámicas y su fervor, presenta instantes de Cine Total más hermosos que muchas Victorias de Samotracia.
Una abrumadora montaña rusa en la que cada escena y cada línea de diálogo están diseñadas para ofrecer intensas dosis de placer para los aficionados. Es un impresionante blockbuster, y sin duda, la mejor película de Marvel hasta ahora.
Esta película supera lo que se había visto en una franquicia que, hasta ahora, mostraba más rutina que creatividad. Lo más destacable es su afán por el exceso digital y su inclinación hacia la autorreferencialidad. Sin embargo, el regreso de Michelle Rodriguez no resulta del todo acertado.
La Europa del Siglo XVII se transforma en un ostentoso parque temático, donde el desmedido sentido del exceso se presenta como su mayor virtud y, a la vez, su principal debilidad.
Como compendio tridimensional de las virtudes del concepto Saw, la película hace bastante bien su trabajo. Sus fans abandonarán satisfechos este catártico baño de sangre final.
Una producción de MTV que posee la misma belleza infantil de un videoclip de Taylor Swift. Destaca su impresionante calidad técnica. Sin embargo, es decepcionante que un envoltorio tan atractivo oculte un contenido tan deplorable.
Un arranque prometedor da paso a una reveladora desilusión: el protagonista masculino ha recurrido nuevamente a la fórmula de la película de vacaciones, donde el elenco aparenta disfrutar mucho más que el propio espectador.
Pese a situarse muy lejos de 'Chronicle' en calado y sofisticación visual, estamos ante una divertida variante de ese esquema de adolescentes con poderes más allá de su alcance.
Es posible que sea el blockbuster épico más extravagante del año. Sin embargo, también se presenta como uno de los más profundamente reaccionarios, al tiempo que se nota su enfoque mainstream y supuestamente espiritual.
El formalismo del cineasta alcanza cotas de majestuosidad sencillamente apabullantes en un trabajo que apela a la memoria cinéfila para reivindicar la inocencia en tiempo de guerra.
Aibar maneja material inflamable y no siempre cae de pie. Mejor rendirnos ante la arrolladora singularidad de una propuesta ensimismada y desconcertante, pero finalmente satisfactoria.
Puede que Saul Dibb comprendiera las potencialidades subversivas de este romance con el enemigo, sin embargo, contaba con demasiadas miradas críticas (la BBC, los Weinstein, los lectores) que le impedían desviarse del academicismo.
No hay espacio para la ironía en el universo de Daniels, aunque las diferentes estrellas que pueblan el Despacho Oval sí ofrecen un contrapunto cómico a una trama demasiado abigarrada.