Esta película presenta un doble conflicto que le otorga una mayor significación y complejidad. Es una historia sumamente entretenida, repleta de momentos ingeniosos y chistes inteligentes, cargados de referencias cinematográficas.
Una nueva genialidad de Pixar en la que supieron crear una historia de gran complejidad e inteligencia que puede ser disfrutada tanto por adultos como por el público infantil.
Lo de joven prometedora del título original (Promising Young Woman) se le puede aplicar tanto al personaje como a la cineasta. Ya porque la única revancha resulta pírrica.
Una pieza de cine construida con precisión y una tremenda eficacia en el mensaje que quiere dar, porque sin duda Ozon toma una firme y dura posición ante el caso.
La breve pero brillante obra de este director chileno es a la vez impactante e incómoda, abordando temas difíciles de su país y cuestionando en todo momento la historia, el poder y sus injusticias. En esta ocasión, critica también a la iglesia católica.
El tono de la película se asemeja a un relato que busca explorar las emociones humanas de manera sutil. Su estilo se centra en una observación minuciosa de los sentimientos de los personajes, los cuales se ven acentuados por las particularidades de sus respectivos entornos.
Una factura de gran nivel y una estética igualmente épica y grandilocuente que crea el contexto visual ideal a lo que, sin duda, es lo más llamativo y agresivo de toda la propuesta.
Buen sentido del ritmo, un ritmo acompasado no solo por el montaje, sino también por la diversidad de la música, el color que lo salpica todo, el raudo paisaje urbano y tal vez alguna ballena encallada en la ciudad.
Un relato que trata de abordar el tema desde diversos ángulos, pero donde destaca el amor y la comprensión, aunque sin caer nunca en sentimentalismos complacientes.
La intensidad y emotividad del cine del director canadiense vuelve a tocar las complejas relaciones entre un adolescente y su madre, consiguiendo un relato cargado de emociones y momentos de gran impacto dramático.
El espléndido periplo de estos jóvenes resulta casi siempre entretenido, divertido y, sobre todo emotivo. Un viaje al corazón de una ciudad y de un estado del espíritu, inquieto, desorientado y anhelante.
Con este material Larraín logra una historia inesperada y sinuosa en sus pretensiones y soluciones, razón por la cual sus resultados son ambiguos e irregulares.
Es una de esas películas en las que, aunque es fácil de predecir casi todo lo que va a ocurrir, lo importante es el viaje, el emocional, el geográfico y el que hace la narración.
Una película que sorprende, entretiene y desarrolla un genuino drama de crisis existencial. Todo empacado en una historia bien armada, difícil de prever y estimulante.
El relato es tan envolvente que sus tres horas y media de metraje no pesan, al contrario, es muy alta la posibilidad de lograr una verdadera inmersión en ese universo y ese largo periodo.