Uno de los directores colombianos más prometedores se estrena en el largometraje con una pieza reflexiva y llena de sensibilidad, tanto en la construcción de un universo y sus personajes como en su eficaz puesta en escena.
Una película que aborda un tema recurrente, ofreciendo una perspectiva fresca y original. El uso del blanco y negro, la música y el realismo cotidiano son elementos diseñados con gran inteligencia, encajando entre sí de manera natural y elocuente.
La película carece de originalidad. Lo que comenzó como una astuta forma de esquivar la censura se convirtió en un montaje simplista que intenta retratar nuestra sociedad y el régimen, pero sin la sutileza ni la poesía que caracteriza al buen cine.
La idea y el personaje aparentan estar desgastados, aunque su estilo narrativo y visual sigue siendo influyente en el cine de acción. Ha dejado su huella, y ahora surge la pregunta de si es momento de innovar o caer en el olvido.
Un final satisfactorio y casi memorable, un compendio de todos los elementos y recursos donde la acción, los giros inesperados, el amor, el sexo, la solidaridad y la empatía emocional y sensorial definieron esta gran historia y esta diversa y unida familia.
Una hermosa y delicada película. Sin embargo, el estilo a veces eclipsa el contenido, cuando lo ideal sería que una película pudiera incorporar tanto la forma como la esencia.
Lo que se viene luego en la odisea de esta ingenua e inconsecuente marioneta es una serie de episodios que, aunque son familiares por las versiones anteriores o el libro, nunca se habían presentado de una manera tan sombría y, en ocasiones, incluso molesta.
Una narrativa impactante sobre el desamor que, junto a sus profundos elementos emocionales y afectivos, presenta en su robusto guion temas como la familia.
La fuerza y frescura del tono realista de Ken Loach se manifiesta con naturalidad. Logra retratar la autenticidad de los personajes y su drama con gran facilidad, evitando caer en el melodrama.
El relato es íntimo y natural, ofreciendo una anécdota que refleja profundamente el entorno rural, la vida diaria y una serie de reflexiones acerca del fenómeno de la imagen.
Es un documental que presenta fotografías y un artista, explorando una tendencia contemporánea en el cine donde la subjetividad y el relato en primera persona se utilizan para acercarse y explicar una realidad.
Se trata de un relato intimista y sosegado que se sostiene en las interpretaciones de estos dos grandes actores y en unos certeros diálogos que consiguen presentar con lucidez un punto de vista de la vida desde la edad que tiene la pareja.
El trabajo conjunto de los personajes en esta película es realmente notable, ya que interactúan de manera intensa. La estética visual complementa esta dinámica, presentando imágenes hermosas donde la luminosidad y la composición visual se entrelazan de forma excepcional.