Es una película dirigida a adolescentes, pero carece de profundidad. Mezcla situaciones melodramáticas que suavizan aún más una trama ya de por sí débil.
La descripción de ambientes y situaciones es lo suficientemente pesimista para que la trama sea efectiva; la violencia, tanto física como moral, se presenta de tal manera que logra mantener al espectador involucrado.
A pesar de que la película ata su discurso con cordel grueso, mantiene un tono digno y respetable, logrando que los fondos y las figuras se impregnen de verosimilitud mutuamente.
Muy en el estilo dramático de Ken Loach, la película resulta fría tanto en lo visual como en lo afectivo, destacando el trabajo de la debutante y magistral Katie Jarvis.
Todo es leve y sencillo, pero su paso cambiado lo presenta complejo y pretencioso. Recha vuelve a explorar esa vieja idea de la oceanografía del tedio.
Los dos actores jóvenes construyen de manera excepcional a sus robustos personajes, destacando especialmente la forma en que Gómez Pereira los va revelando.
Modélico ejercicio de cómo se puede domesticar un bronco drama y que, sin perder ni un solo gramo de su desalentador contenido, conserve entero toda su emoción, luminosidad, vitalidad y entusiasmo.
No hubiera sido un buen melodrama, pero sí es una divertida y cercana comedia, gracias, además de a la chispa entre guionista y directora, al especial talento de sus actrices.
Sencillísima y emotiva trama. Es notable el modo con el que Neus Ballús consigue que las interpretaciones ingenuas de Andrada o Diomaye A. Ngom, estén ordenadas en tono y timbre con la resabiada de Sergi López.
Olivares incorpora ahora, sin jactancia, sin pretensiones de hallazgo del “hecho fílmico”, una enorme verosimilitud y sencillez a una ficción muy trabajada en sentimientos complejos y profundos.
La trama es sencilla de seguir, pero hay una intención en la dirección de Wenders de reiterarse, lo cual se ve contrarrestado por la esencia cautivadora que transmite la protagonista con su interpretación.
Penn combina de una manera poco original la dureza con la cursilería. No conecta adecuadamente todas sus intenciones; al menos, no lo hace sin dejar la sensación de haber presenciado estas ideas en numerosas ocasiones, algunas de ellas de manera más efectiva.
Como película de aventuras, presenta momentos realmente destacados y, sobre todo, desarrolla un personaje de cine clásico, el interpretado por DiCaprio. Es una obra muy entretenida, aunque se podría prescindir de algunas secuencias al final.
Bertolucci crea un delicado rompecabezas sobre el enamoramiento. Su cámara captura con habilidad el desarrollo de los sentimientos masculinos, reflejando el proceso químico a través de miradas y acercamientos torpes, reminiscentes de un caballo en ajedrez.
La película se construye principalmente a través de los diálogos, presentando una estructura sencilla y un estilo de cámara cotidiano. Además, cuenta con la sólida base de dos interpretaciones excepcionales.
El desarrollo del argumento y de los personajes es minucioso, y las dosificaciones de animación y drama son perfectas. Todo se siente con intensidad, desde la cámara hasta las actuaciones de los actores.
La dirige Cooper, con notables recursos técnicos y con enorme sensibilidad y acierto. Tiene una primera hora excepcional y Lady Gaga se revela como una actriz sorprendente y de gran capacidad.
Es difícil encontrar algún indicio de verosimilitud. Es una excelente forma de narrar una historia romántica, llena de frustraciones infantiles y desengaños.