Will Anderson asume el papel de un nuevo Peter Jackson en "La verdadera historia del cine", ofreciendo una obra que destaca por su ingenio y precisión.
Reinterpretación local de Carretera perdida que recuerda a un anuncio de lencería. La película, tanto chistosa como atrevida, emplea la música para crear tensión incluso en los momentos más simples, como al atarse los zapatos. Su nivel de calidad es tan irregular que, de tan mala, casi resulta interesante.
José Coronado ofrece su peor actuación en esta película. Lo único positivo es que llega a su fin, y por lo absurdo y artificial de la trama, se pueden encontrar momentos de risa.
El realizador incansable vuelve a su estilo más desenfadado, característico de los años 90. El resultado es una película muy divertida, creada para el entretenimiento y sin pretensiones intelectuales.
Epilogue es un drama que, a pesar de su elegancia, se siente distante y carente de calidez. Su mayor debilidad radica en la falta de confianza del director Manor en el espectador, quien repite insistentemente los mismos temas, lo que resulta en una experiencia cansina.
Esta nueva interpretación de la brillante 'Tsumiki no ie' de Kunio Katô logra conmover, aunque en lugar de la poesía del original, se siente más artificial y menos natural.
Presenta una primera hora desarrollada de manera pausada, con una cámara que danza como en una coreografía de ballet. Luego, culmina en 20 minutos intensos de pura emoción. Todo un hallazgo.
Sus directores logran que la película sea visualmente espectacular, incorporando cambios de estilo en los momentos precisos. La narrativa es excelente, los personajes destacan por su carisma y el ritmo es realmente impresionante.
Una adaptación libre pero muy interesante de 'El Hobbit', que narra a toda pastilla la historia. Fue el primer paso pero lo hizo bien, con poco o nada que envidiar a lo que once años después harían Jules Bass y Arthur Rankin Jr.
Una de las películas más ineptas que se han visto jamás en un festival de cine. Un recital de tópicos y de momentos tremendistas, que provocan carcajada de pura vergüenza ajena.
El elenco, encabezado por el extraordinario Michael Fassbender, junto con la impresionante fotografía de Adam Arkapaw y la distintiva dirección de Kurzel, transforma esta película en una experiencia única que va más allá de simplemente observarla.