Un biopic dinámico y bien actuado, con elementos de suspenso y denuncia, aportes documentales y didácticos, amén de un costado sentimental y varias conversaciones reveladoras de tono a veces cínico o desaprensivo.
El director Daniel Alfredson sigue en gran medida el estilo del antiguo cine policiaco británico, lo cual se puede notar en la estructura narrativa, los elementos incorporados, el enfoque hacia la moraleja y hasta en la elección de los actores.
Cómo para pasar un rato agradable, aprender algo y reirse de los tiempos pasados, que ésa es la idea. Dirección, Tanya Wexler, una cineasta que está haciendo carrera.
Tiene una primera mitad muy interesante, daba para más. Igual es un gusto ver qué bien le sienta la madurez y cómo sigue tan lúcida y chispeante como de costumbre.
Hay lindas sorpresas, también un poquito de nostalgia, pero no hay tiempo para ponerse tristes, porque el ritmo de la gira y el montaje de la película son fuertemente vivaces, y dejan un buen recuerdo.
El resultado es admirable. Lo disfrutarán los fanáticos lo mismo que los detractores de Piazzola, los curiosos y los conocedores, e incluso aquel que ignora el tango pero ama las historias bien contadas y bien equilibradas.
Zimny hace un despliegue impresionante de material de archivo y recopila opiniones de músicos, productores e historiadores que conocen el famoso espíritu sureño.
La propuesta es moderna, lo mismo que la música. Las actrices son lindas, la fotografía es preciosa. El ritmo es deliberadamente pausado, aumentando la tensión gradualmente, aunque el desenlace carece de una gran fuerza.
La película es potente e intensa, realmente está muy bien elaborada y sus imágenes hablan por sí mismas, sin necesidad de diálogos o explicaciones que las acompañen. Sin embargo, es cierto que podría haber tenido un tono más romántico.