El resultado es apabullante y agotador, aunque también puede ser inspirador. Sin embargo, presenta un aspecto contraproducente: logra convencer únicamente a quienes ya están de acuerdo.
La historia resulta algo agotadora, ya que carece de sustancia. Lo que se presenta es una serie de extensas escenas, en ocasiones inverosímiles, que están marcadas por el mal humor y el abuso tanto físico como verbal.
Con una música muy adecuada, la directora Kristina Buozyte logra atraparnos y tenernos sumidos hora y media en la extrañeza. Lástima que la película dura dos horas largas, o así lo parece.
El conjunto es entretenido, variado, de técnica cuidada y argumento medio descuidado, con intérpretes de nivel desparejo y, eso sí, con gran entusiasmo por la narración lúdica.
Una sucesión de relatos solemnes y generalmente aburridos, con largos planos fijos, muy bien fotografiados, eso sí, en una excelente gama de blanco y negro.
Ejercicios experimentales que no van más allá de lo curioso, aunque podrían servirle al autor como impulso para desarrollar un próximo proyecto con mayor profundidad artística y dramática.
Es una experiencia fascinante para unos, agotadora para otros. Todo con impresionante fotografía, música penetrante, imágenes chocantes, algo de porno y momentos geniales.
Esta nueva aventura presenta un mayor nivel de acción que las anteriores, incorpora más personajes femeninos que, además, son más diestros que los masculinos. Mantiene la misma gracia, simpatía y locura, y su calidad técnica parece mejorar con cada entrega.
El resultado es poco alentador para los mayores, pero los menores de 10 años pueden disfrutar bastante, ya que aparecen en escena todos los muñecos habidos y por haber.
El dibujo es bastante agradable, los chistes suelen ser previsibles, pero entendemos que el público siempre se renueva. Las canciones, en cambio, resultan ser completamente olvidables.