Esto es bien original y bastante divertido, el trabajo sigue siendo admirable, de un lindo sentido del humor y un detallismo enorme, y los muñequitos son siempre graciosos.
Inteligentes, los autores no han hecho una película para intelectuales. Enfrentan de modo llano, comprensible, a Heráclito con Parménides, a Hobbes con Spinoza, hacen sonreír con situaciones cotidianas.
Ozon sabe cómo exhibir su inteligencia ante los snobs y los intelectuales, logrando satisfacer al gran público, que también es inteligente y disfruta de relatos refinados, entretenidos y con un trasfondo significativo, como el que presenta en esta obra.
Expone con discreción, naturalidad y excelente elenco cómo un maestro suplente, que viene de perder a su familia, ayuda a los chicos a procesar el suicidio, en clase, de la profesora titular.
Es una comedia agradable, original, con toques de ironía, ternura y melancolía, también con algunas imperfecciones menores, fácilmente olvidables, buena música, y tres intérpretes que le sacan el jugo a sus papeles.
El reparto es bueno y abundante. Quizás hubiera convenido, eso sí, un estilo de actuación más parejo, unos minutos menos de duración y unos toquecitos más al libreto.
Bien planteados los personajes, no todos los conflictos aparecen resueltos, ni todos los diálogos suenan naturales, pero esas objeciones quedan de lado frente al desenlace de la trama.
El juego alterna buenos chistes con recursos poco acertados, momentos de oscuridad con frases brillantes, y combina tiempos precisos con alargamientos innecesarios.
Se pasa el rato con esta comedia extrañamente romántica de Santi Amodeo, y se ven lindos lugares de Marbella y Estepona, aunque para el personaje principal sean deplorables.