Loza explora la posible conjunción de la narrativa y el ritmo poético con la austeridad de un observador, con la vocación de quien modela en sus manos las texturas del cine y la vitalidad de una poesía redescubierta.
El detrás de escena se convierte en el foco central. No solo se presenta a través de los bloopers de las filmaciones, relatos de caídas o la creación de gags, sino que también se revela la esencia del éxito desde la perspectiva de sus creadores y protagonistas.
La decisión de la documentalista Zara Hayes en su primera ficción es priorizar la dinámica que consiguen Diane Keaton y Jacki Weaver. Por eso, el humor negro de Keaton y la extraordinaria gracia de Weaver son la mejor recompensa.
El mérito de Minghella radica en su ingenioso enfoque para plasmar el mundo interior de su personaje. La expresión de este no se limita solo a la música, sino que también se manifiesta a través de una constante explosión de color.
La película aclara en off cualquier signo ambiguo y se adhiere al concepto de una naturaleza domesticada, una herramienta al servicio de un perro que viaja lejos, solo para acabar demasiado cerca.
El film sigue el relato bíblico con más didactismo que ambiciones estéticas, persiguiendo emociones antes que risas, salvo las que genera un palomo, bufón infaltable de toda fábula.
Combina una cinefilia peculiar con un conocimiento juvenil de los códigos del género. 'Winchester' no se aleja de estas características, pero se distingue al emplear el espacio, un elemento esencial del gótico, de manera irónica.
Su estricta cronología peca de corrección y deviene en un problemático divorcio entre su figura creativa y el tiempo en que se forma. Pero todo está demasiado inmerso en un preciosismo visual que aleja a la película de ese espíritu refractario de la pintora.
Mangold se pone al servicio de una franquicia modelada en los 80, hoy venerada sin demasiados reparos. La película presenta una alquimia efectiva, sin hallazgos ni estridencias, pero resulta ser muy, muy disfrutable.
El director maneja con habilidad el juego geográfico en vez de centrarse en la intensidad, pero logra establecer el contexto adecuado para la soledad que siente Keira Knightley, permitiendo que Jason Clarke sea quien mejor se aproveche de esta situación.
Pese a los altibajos narrativos y al ambiguo filtro melodramático que proyecta la mirada del Timberlake narrador, 'La rueda de la maravilla' irradia una luz inusual, amarga en esos tibios atardeceres de Coney Island que Allen conoce demasiado bien.