El estilo pasivo de Jarmusch destaca por su ingenio, aunque aquí se presenta más atenuado, hasta que introduce a Roberto, un personaje dotado de un humor folklórico.
John Cassavetes construyó esta película sobre una pequeña idea -una historia de amor entre dos personas que son totalmente inadecuadas la una para la otra- y no arraiga.
Se distingue por las buenas interpretaciones de Nicholson y Quaid, y por unos diálogos vulgares notablemente bien orquestados. A menudo es muy divertida. Sin embargo, está programada para desgarrarte el corazón.
El poder de las armas de Eastwood lo establece como el protagonista de un mundo onírico y nihilista. La dirección de Ted Post resulta convencional, mientras que el guión, a cargo de John Milius y Michael Cimino, destaca por su simplicidad y efectividad.
La tercera parte de la serie, bajo la dirección de James Fargo, carece de la astucia necesaria para alcanzar el nivel de perversidad de las entregas anteriores; se siente simplemente ineficaz.
El guión carece de originalidad y resulta bastante monótono, creado por Albert Maltz y Malvin Wald. Sin embargo, la película logra captar la atención gracias a sus impactantes aspectos visuales.