Era complicado que, nueve años después de 'Torremolinos 73', Pablo Berger hiciera algo todavía más sorprendente, exquisito, deslumbrante. La buenísima noticia es que lo ha conseguido.
Melodrama sobrio con arranques de pasión, triángulo que, lentamente, va descubriendo sus cartas escondidas, y vehículo de lucimiento para Marion Cotillard.
La cinta transita de lo particular a lo colectivo, desde la cocina hasta las calles, con firmeza y convicción, además de una delicadeza emotiva. Incorpora humor, pero sin trivializar el tema y los problemas que aborda.
Ofrece suficientes alicientes para el espectador: para empezar, un casting compacto, cómplice; seguido de un humor naif, y un diseño de producción que te sumerge en el París de los años 60 de manera inmediata y accesible.
Para aficionados a historias de la Historia... ligeras. (...) El film es un divertimento sin problemas para llegar puntal, y sin desperfectos, al espectador.
¿De qué sirven tanta belleza y buen gusto si el producto es más postizo que las pestañas de Jolie? Estéril drama matrimonial que resulta de una indigestión de cine europeo.
Es tan positiva y optimista, y respira tanta vitalidad por fotograma, que en algunos momentos uno hasta llega a olvidarse que, en el fondo, es la descripción de un drama.
Aúna a dos colectivos: los reos y los intérpretes, con el fin de comprender al primero y desglamurizar al segundo. Unas adecuadas críticas sociales enriquecen una película que nos muestra que todos tenemos un Godot que esperar.
Aterrador pero a la vez hermoso. Quien esté familiarizado con el mundo de los autistas se conmoverá con frecuencia; quienes no lo conozcan, experimentarán un acercamiento poco complaciente, aunque también habrá espacio para la emoción.
A 'La boda de mi mejor amiga' le ha salido una hermanita pequeña, sin el toque genial de la mayor, sin el acabado formal y la solidez de esa, pero con variados ingredientes para que valga la pena acompañar a este trío de desmadradas en su aventura.
Asumido que no vas a ver el flm que cambiará tu vida como cinéflo, sí que agradeces los toques de humor del producto, algunas soluciones visuales graciosas y una pareja (de polis) que, contra algunos pronósticos, funciona y se entiende.