Es un placer encontrar una película que se las arregla para sorprender al espectador. Vigalondo se luce en la construcción de la historia y en los distintos tonos en los que sumerge su película.
Más allá del destacado desempeño de la actriz, poco se puede destacar en esta historia de suspenso, que carece de elementos que realmente generen tensión. Es una narrativa débilmente construida, a pesar de las actuaciones sobresalientes.
Esta adaptación logra capturar y transmitir la esencia del libro en el que se inspira. Reconoce que hay múltiples terrores acechando afuera, pero los verdaderamente temibles son aquellos que llevamos dentro y que no hemos logrado reconciliar.
El resultado es cálido, humano y divertido, centrado en una familia y sus avatares frente a la vida. Dinámicas bien captadas y un oído para el diálogo rápido y natural, además de un casting preciso.
En un mundo socialmente fracturado, Clint Eastwood nos presenta un canto que parece salido de las bases del Partido Republicano, en donde se alaba el vigilantismo a nivel mundial, el racismo, las armas y el cristianismo como base para una sociedad mejor.
La cinta de Franco no consigue conectar con la esencia de sus personajes, ni refleja un verdadero nivel de entrega y compromiso, algo que en 'The Room' era palpable.
Termina funcionando y ganándose la venia del espectador, quien jamás recordará esta película, pero que sí vivirá una pequeña aventura esperanzadora, cálida y pensada para la familia.
Es un placer ver una película más inteligente de lo que se ve en el tráiler promocional, con una mirada clara, con perfecto timing para la comedia y a un grupo de buenas actrices haciendo lo que mejor saben hacer.
Fueron muchas horas y horas de filmación y mucha la magia de la sala de montaje. Esta vez los directores fueron cuidadosos y articularon bien el relato, a ratos muy rudo y siempre bellamente fotografiado. Pero es una lástima que todo quede ahí, sin mayor vuelta o profundización.
Bellamente filmada y finamente actuada, pero eso no garantiza que sea una buena película. Cianfrance parece indeciso sobre la historia que desea contar, lo que también provoca incertidumbre en el comportamiento de sus personajes principales.
Es una hermosa reproducción de todos los tópicos que el mejor cine negro nos dio por décadas, sin la garra ni la mirada de esas producciones de antaño. No cabe duda que Affleck es un cinéfilo, un amante del cine, pero carece de punto de vista propio.
Larraín construye su obra de manera libre, a ratos incluso lúdica. Sin embargo, el aspecto que juega en contra es que su ritmo constante y la riqueza de diálogos y situaciones se agotan en la parte final, volviéndose en ocasiones repetitiva.
Burton solía encontrar formas originales y personales para contar sus historias; sin embargo, en la actualidad nos muestra un paisaje estático, poblado por personajes ‘extraños’, pero que carecen de cualquier tipo de subtexto.
Es una cinta lírica, de una simpleza extrema, que busca en lo cotidiano aquello que está oculto y que trata de descubrirlo para entregarlo al espectador, quien gozará de esta historia acerca del misterio que es la creación.
Es una cinta que bebe del cine inglés más clásico, un drama de cámara, pequeño pero repleto de significados y capas, que vive tanto de los silencios como de las palabras precisas, de los gestos, las indiferencias y las luchas.
Crowley presenta una película humana y de una simpleza candorosa, lo que tiene sus pros y sus contras. El mayor punto que juega en desmedro de esta obra es su dramatismo siempre tan sereno, recatado e incluso plano.