Una aventura tiernamente estridente. Las comparaciones, muy citadas, con 'Billy Elliot' y Tim Burton, exageran la defensa de lo que realmente es un entretenimiento modestamente excéntrico.
Carentes del tipo de fuego y energía que exigen las mejores películas juveniles, los protagonistas Ash y Russell exhiben habilidades mejor adaptadas a la pequeña pantalla.
Es intensa en su representación de lo que los periodistas enfrentan al intentar documentar atrocidades. Sirve como ejemplo de que los individuos humanitarios rara vez son personajes interesantes.
Tanto en la dirección como en la fotografía, Core aporta a ambas un sentido claramente apasionado del lugar, la época y la perspectiva de esta fanfarria para hombres comunes.
Un estudio sobre el mal que infecta a una familia americana, realizado con un enfoque clásico, resulta resonante y bien ejecutado. La narrativa se desplaza de un punto fuerte a otro, manteniendo un curso engañoso.
A pesar de su irregularidad y su tendencia a sermonear, representa un avance significativo en calidad formal y temática en comparación con las producciones habituales de los aficionados al deporte, como las de Brian Robbins y Mike Tollin.
La película es una crítica al absurdo, presentando una visión distorsionada que comienza con la ridiculez de los imitadores de películas de terror y culmina en una prueba para evaluar la capacidad de algunas personas para aceptar cualquier contenido.