La serie enfrenta un problema característico de la era del streaming: debería haber sido una película, pero termina siendo un viaje que parece no tener fin.
Es una pena que Williams no haya logrado crear una película que capture adecuadamente el espíritu revolucionario de Joseph Bologne; sin embargo, aún hay elementos que ofrecen disfrute.
La sátira aquí no es tan acertada como la de sus predecesoras, pero ayuda que Boyega, Parris y Foxx compartan el tipo de química que ni el laboratorio gubernamental más secreto podría crear.
El protagonista, similar a un personaje de un thriller psicológico, va perdiendo gradualmente su conexión con la realidad mientras profundiza en el enigma que lo rodea.