Los trajes a la medida no dan para ideas complejas. Se hacen para que la estrella se luzca y en este caso Omar Sy lo consigue con sobrados méritos, encarnando a alguien que les allanó el camino a talentos como el suyo.
Película que provoca resonancias emocionales insospechadas en la audiencia local, debido a que parte del conflicto principal de la trama de Frantz es el perdón.
Esta vez Allen confió en que el atractivo encanto de Firth y Stone era suficiente para disimular un guión falto de chispa. Y a estas alturas de su obra, ese truco es muy viejo para que caigamos en él.
Adolece de los mismos problemas que los retratos por encargo: se queda en lo superficial, es incapaz de ahondar en las zonas oscuras de la historia y trata de cubrir con brillo, con las tomas a la arquitectura de Viena y con la maravillosa actuación de Helen Mirren, sus propias fallas.
Aunque intenta contarnos otro ángulo de la historia, Hirschbiegel cae en las trampas de una narración cómoda, donde la personalidad ambigua del personaje principal no colabora en la intención de que el público se conmueva lo suficiente.
Una delicia para los sentidos y una de esas cintas que muchos llaman "placer culposo" solo por no aceptar que uno también puede pasarla bien cuando ve buen cine.
Acostumbrados a la grandilocuencia del cine de Hollywood con sus enormes presupuestos, "The Vast of Night" se percibe como un pequeño y fresco postre que purifica las papilas gustativas entre dos platos de intensos sabores.
Este drama, sutil y reservado, se desarrolla en un ambiente donde los personajes nunca alzan la voz. Se asemeja a una vajilla delicada que da miedo utilizar con la rutina diaria.
Elegancia es una palabra que describe perfectamente cada toma de esta hermosa historia de amor, que es capaz de narrar la ingenuidad del comienzo, el deseo desaforado y la angustia de la distancia, con la misma eficacia emotiva.
Si lo único que recuerde alguien que haya visto "Da 5 Bloods" en Netflix dentro de unos años, es que Crispus Attucks fue la primera persona que murió defendiendo la causa de la Revolución Americana contra los británicos, es probable que Spike Lee se sienta satisfecho.
Todo termina siendo tan predecible, que uno acaba dudando de su propia alegría. Y ahí es cuando la metáfora viene a salvarnos: sí, es cierto que no hay nada nuevo frente a nosotros. Pero en días complicados, es sabido, no queremos sorpresas.
Un extraordinario reparto, que se luce en sus distintas encarnaciones, y que gracias a su convicción y a una dirección de arte y un diseño de producción detallado y cuidadoso, nos transporta a un mundo completamente creíble y verosímil.
Sólo por contemplar la extensa y extenuante composición que hace Portman ya valdría la pena ver 'Jackie'. Por fortuna, casi todo alrededor, está a su altura.
El guión logra transmitir los hechos históricos con una sensación de inmediatez y urgencia, similar a un reportaje. La dirección de Ada DuVernay refuerza esta narrativa, otorgando a cada escena la velocidad y la intensidad necesarias.
Tanto Meryl Streep como Tom Hanks brindan actuaciones sobresalientes, gracias a la habilidad de Spielberg para transmitir ideas profundas a través de la composición visual, así como por su destreza para equilibrar momentos de humor con escenas emotivas en el contexto del discurso político, manteniéndose siempre fiel a su propósito.
Ruizpalacios logra crear secuencias hipnóticas, pero su verdadero talento radica en hacer que estas secuencias fluyan de manera orgánica. Aquí no hay miedo de emplear una fotografía impactante, movimientos de cámara complejos o música grandilocuente.
Un reparto excepcional, una banda sonora hermosa y una inolvidable secuencia de baile son solo algunas de las virtudes de 'Pride', una película que, a través de un sentimentalismo sincero y sin artimañas, logra cautivarnos como audiencia.