La experiencia de ver “Foxcatcher” no es del todo grata, porque en muchos momentos Miller prefiere alargar a la fuerza situaciones que no ofrecían mucho desde lo narrativo.
Un guión intrincado y de varias capas que permite a la película trascender a la mera anécdota de tabloide para convertirse en un potente acercamiento a temas tan universales como lo que hacemos o no para encajar en las normas del mundo al que queremos pertenecer.
Cuando haya dudas de cómo debe dirigirse un accidente aéreo en un filme, qué es lo que se debe contar en él y cómo hacerlo sin perder jamás la elegancia, un estudiante debería remitirse a las diferentes secuencias de vuelo que llenan varios momentos de 'Sully'.
Esta historia sobre jóvenes que no ven en la violencia una alternativa, dice más sobre el progreso de Medellín en los últimos años, que cualquier eslogan político.
Una muy buena cinta de guerra que consigue lo que las mejores del género: hacernos sentir miedo de todos aquellos que quieren volver a construir cárceles como aquella.
Se valora que presenten una historia de boxeo que se centra en los personajes detrás del luchador. Sin embargo, la manera en que eligen desarrollarla resulta tan superficial que parece dejar de lado el objetivo de ganar por nocaut.
El trabajo visual meticuloso que suele ofrecer Guillermo del Toro se refleja en esta historia de una mansión embrujada, un estilo que ya no se encuentra en el cine de Hollywood.
Es como si en Pixar, ante el atropello estatal norteamericano a los latinos, hubieran querido recordarle a todo el mundo cuáles son los valores, la estética y las cualidades que la mayoría de esa población latina, los mexicanos, conservan y aportan a la cultura universal.
Aunque hay escenas mejor construidas que otras, el guión es claro, ágil y capaz de tocar problemáticas relevantes sin renunciar a la diversión. Y si a eso le sumamos la capacidad de generar risas de las protagonistas, algunas escenas simples se vuelven inolvidables.
Kenneth Branagh con 'Cenicienta' prueba lo que sabíamos de niños. No importa si nos cuentan el mismo cuento cada noche, siempre que nos lo cuenten bien.
Una descarga emocional para el espectador, que nunca está seguro de si la consagración sangrante de Andrew es una locura o es simplemente la necesidad de abrazar la oscuridad, que aquí usa camiseta negra ajustada, para perder todo temor y poder, al final, producir luz.
Cuando el director opta por un viaje inesperado para encubrir sus debilidades narrativas, parece evidente que si hubiera sido más fiel a la historia real que lo inspiró, podría haber alcanzado mejores resultados.
Es verdad que no encajan del todo los elementos de comedia romántica y hay muchos titubeos sobre lo que nos quieren decir, pero la película de Burman consigue ponernos de su parte.
Puede que se sienta larga en algunos momentos, pero esto se debe a que Schumer asume varios riesgos: se burla de los niños, del cine de autor de Woody Allen y de sí misma. Lo hace con un diálogo afilado, algo que se agradece en una época de guiones insulsos.
Esa inquietud, que potencia la película y le brinda su originalidad y belleza, la transmiten los ángulos extraños en los que pone la cámara (...) lo que tenemos es un espejo deformado de la realidad. Una pesadilla real.
La trama carece de coherencia desde el comienzo. El verdadero inconveniente de este subgénero no radica en que los obstáculos que enfrenta “La roca” crezcan, sino en que las premisas que los sustentan se vuelven cada vez más insignificantes.