los ejemplos de un cine de calidad –nos gusten o no luego las películas– son bastantes como para conformarse con 'El séptimo enanito', una película que da más vergüenza ajena que otra cosa.
Se pasa volando, eso sí, y no hay nada molesto u ofensivo. Inocua y divertida, pero con poco riesgo. Más cerca del padre cavernícola que de su osada y luminosa hija.
Con todos los ingredientes necesarios, el hombre de la capa roja vuelve al ruedo. El pasado y el presente se cuentan de una manera veloz y clara, y el relato es brillante.
Los éxitos en el mundo de la animación rápidamente generan secuelas, sin tener que preocuparse por los cachets de actores. Ahora llega otro ejemplo, pero con menos brillo.
Un film animado de calidad baja es algo complicado de digerir. Cuando algo no tiene timing no es fácil engancharse. Y los giros dramáticos mal hechos producen más fastidio que dramatismo.
Quienes deseen dejar de lado las repetidas copias de Cars y Cars 2, podrían encontrar en este futuro una opción interesante, aunque similar y, en ciertos aspectos, inferior a las películas que le sirvieron de inspiración.
Cierta torpeza visual, el humor mecánico y escenas de violencia bastante descuidadas afectan negativamente a la película. Un film que intenta reinterpretar los clásicos de la literatura, pero no alcanza un resultado satisfactorio.
Muestra las enormes posibilidades que la tecnología le ha dado al cine para recrear universos y criaturas. Pero al mismo tiempo es la prueba más contundente de que el cine no se trata de tecnología mayormente.
Tres o cuatro chistes bien ubicados logran completar la experiencia de manera satisfactoria. No es nada del otro mundo, pero resulta entretenida. Aquellos que la vean en 3D, encontrarán momentos en los que deberán inclinarse para intentar esquivar las balas.
Tiene una estética original con un guión puro y con claridad expositiva propia del cine clase B. Una pequeña gran película para no dejar de ver en cines.