Es un filme más complejo de lo que parece a primera vista. Los defectos del filme no opacan para nada el fino ensamblaje de relojería que hace de esta una experiencia apasionante.
A fin de cuentas, los asuntos inquietantes y espinosos parecen difuminarse a paso seguro en 'Los dos papas', y, terminada la función, ya no sabemos si la producción era de Netflix o de Disney.
'First Cow' hace dos cosas a la vez. Muestra, con rara limpidez, el milagro de la fraternidad humana. Y disecciona, con imágenes no menos fluidas y cristalinas, el fracaso del sueño americano.
La sensiblería y la tentación de los golpes de efecto melodramáticos podían suscitarse en cualquier momento. Pero ningún cliché vulgar aparece en esta sutil, atemporal y conmovedora crónica existencial de Heller.
El contenido psicológico se reduce a acciones evidentes, diálogos clichés y gestos típicos del café-teatro. La posibilidad de un cine peruano que sea popular, inteligente e imaginativo sigue lejos de la pantalla grande.
La coherencia en el planteamiento del filme es sólida. Pocas veces una película de animación ha ofrecido un diagnóstico tan contundente de su sociedad.
Es lograda desde su clasicismo que va de menos a más, desde su tono de comedia ligera, aunque muy inteligente a la hora de proponer un juego de identidades, oposiciones y diferencias.
El filme logra salir a flote. Una de las razones es, sin duda, el trabajo con sus actores principales. Gracias, por supuesto, al impecable trabajo de Mirren, pero también –y esta es una de las sorpresas– gracias a Ryan Reynolds.
Se trata de un retrato inspirado de la amargura que Holiday sobrellevó con una extraña vitalidad, fuerza y dignidad en medio de su progresiva debacle. Una película imperfecta, pero que merece verse.
El guion de Goldman, una escritora especializada en películas de acción o de superhéroes, termina llevando a Burton por territorios previsibles y que se agotan en un despliegue de efectos especiales y en un espectáculo más de Hollywood, uno que ya no es propiamente “burtoniano”.