Este episodio destaca por ser un claro ejemplo de que, a pesar de conocer el tema y sus implicancias, puede resultar sumamente cautivador y aterrador. Se mantiene como un relato interesante y contundente a lo largo de su desarrollo.
Consistentemente aterrador. Definitivamente es un episodio que te hará gritar en voz alta, incluso aunque reconozcas algunas de nuestras propias paranoias.
Vigalondo destaca en la habilidad de situar a sus personajes en circunstancias insólitas, logrando un equilibrio perfecto entre el terror y el humor. Este episodio es una mezcla inquietante, cómica y alejada de cualquier ideal romántico.
Waddington y la coguionista Rocío Martínez Llamo exploran el simbolismo de manera intrigante, enfocándose no en el vampirismo en sí, sino en nuestra percepción del otro y en cómo eso nos lleva a cazar a quienes son diferentes.
No deja al espectador indiferente y provoca una profunda contemplación sobre la naturaleza de nuestras vidas y nuestros recuerdos. Es una película que no puede evitar ser personal.
Una serie que combina biografías personales y un profundo análisis de la transición, tanto física como mental. Explora el significado de ser auténtico, manteniendo una conexión con el pasado mientras se avanza hacia el futuro.
La obra invita a los espectadores a reflexionar sobre los personajes, su lugar en el mundo y sus complejas emociones, que navegan en esta existencia liminal entre su pasado y el futuro que les espera.