Joseph E. Levine debuta de forma impresionante en la producción cinematográfica británica con 'Zulu', una película que permite un amplio margen para su extravagante enfoque del espectáculo.
Un drama musical soberbiamente creado en el que el director francés Tavernier brinda un emotivo homenaje a los grandes músicos negros que vivieron y actuaron en París en los últimos 50
La espectacular puesta en escena y el extraordinario nivel de producción no ocultan sus serios fallos. Es, probablemente, la primera película en la que De Niro ofrece una interpretación sosa y sin interés.
Jensen muestra una dirección segura y madura, estableciendo un ritmo ágil pero sin llegar a ser frenético. La película está impregnada de un humor negro y presenta secuencias de acción ingeniosas que transforman los clichés característicos de las comedias de acción estadounidenses en una experiencia auténticamente danesa.
Podría haber funcionado. Pero como Clint Eastwood como una de las mulas, Shirley MacLaine como prostituta disfrazada de monja y la dirección anticuada de Don Siegel, no lo hace.
Al principio, los personajes parecen fotorrealistas, pero sus caras apenas se mueven. Hay buenas ideas básicas de ciencia ficción en el guión, pero no están desarrolladas de forma satisfactoria.
Es un 50% mejor que su predecesora, lo que equivale a decir que no es nada buena. La última encarnación se basa más en el gore que en los escalofríos genuinos y carece de sutileza.